¡Oh José glorioso! No hemos visto aún todas tus alegrías de Belén; porque los ángeles del Cielo, que por orden del Eterno Padre bajaron a adorar y a festejar al recién nacido, pasaron luego a darte la enhorabuena; y solo estos cantares del Cielo te pudieron despertar del profundo éxtasis en que te hallabas sumergido. ¡José rodeado de célicas armonías! ¡José en medio de los ángeles! Retiraos, ministros de paz, retiraos; hay un hombre en la tierra que con vosotros compite: vosotros contempláis a Dios y llenos de respeto, cubierto el rostro, le adoráis; mas este Dios es el objeto de las complacencias de José, con él se entretiene, y es tanta la dignidad que de ello recibe, que no podéis menos de postraros a sus pies, y cual a vuestro rey y soberano, rendirle pleito-homenaje.
JACULATORIA. Haz ¡oh José! que en este mundo nos hallemos a tu lado, para que en el Cielo podamos sentir los cánticos que los ángeles te dedican. Así sea.
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