Oh Jesús Sacerdote, guarda a tus sacerdotes en el recinto de tu corazón, donde nadie pueda hacerles daño alguno, guarda puros sus labios diariamente enrojecidos por tu preciosa Sangre.
Entregamos en tus divinas manos a todos los sacerdotes que están pasando por alguna dificultad, Tú los conoces, y cúbrelos con tu Sangre preciosa para que el maligno no les haga daño. Amén.
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