lunes, 18 de noviembre de 2019

LA VIEJECITA QUE NUNCA HABLABA MAL DE NADIE

Cuentan de una viejecita que nunca, nunca, nunca hablaba mal de nadie.
Un día murió un hombre, conocido por todos, que parecía reunir todos los defectos, miserias y desgracias: era un vago, un ladrón, un borracho y, encima, pegaba a su mujer y a sus hijos pequeños.
La noche de su muerte, en el velatorio, llegó la viejecita a la sala en la que se rezaba por el difunto. Todos se miraban y se decían para sí: "Seguro que de este no dice nada bueno".
La viejecita estuvo un momento callada. Estaba claro, parecía que, efectivamente, no tenía nada que decir. Pero al fin habló: "Sabía silbar, la verdad es que daba gusto oírle cuando pasaba por debajo de mi ventana todas las mañanas. Lo echaré de menos".

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