Mirando a un pastor, todo es sereno, no hay prisa.
La vida vuelve a nacer. Es sencillez simple y humilde.
Cada cosa está en su sitio: el árbol, las margaritas,
la hierba verde, el camino, la oveja y el corderillo.
Y el pastor está ahí. Vive cada instante mirando
y acompañando a sus ovejas. Sabe mucho de ellas. Casi todo.
A las enfermas las cuida con ternura.
A los corderos recién nacidos los protege con delicadeza.
Hay tiempo para todo. El pastor es dueño de su tiempo.
¿Cabe mayor sentido de su vida?
Posee todo porque se posee a sí mismo.
Simplemente ser y estar en la vida siendo lo que es.
¿Cabe mayor plenitud?
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