- Yo quiero ir a la fiesta del Grillo,
esa de la que hablan una y otra
vez.
Dicen que esta fiesta es de todas
la mejor.
Yo quiero ir a la fiesta, por
favor.
- A la fiesta del Grillo tú no
puedes ir.
No insistas, caprichosa, que no
tienes edad.
No hace nada que dejaste de tomar
el biberón.
Mi respuesta es pues tajante: que
no, que no y que no.
- Ya sé que sobre mí tú tienes
potestad
y que de nada me sirve protestar,
pero quiero que comprendas ya por
todas mi razón:
que no está para siempre sin
servicio el corazón.
- A la fiesta del Grillo tú no
puedes ir.
Las personas, chiquilla, no tienen
piedad.
No hace nada que dejaste de tomar
el biberón.
Mi respuesta es pues tajante: que
no, que no y que no.
- No es esto justo, no tienes
humanidad,
yo quiero que la gente me conozca,
divertirme en esa fiesta hasta el
final.
Dame tu permiso, por favor, papá.
- A la fiesta del Grillo tú no
puedes ir.
Es inútil, hija mía, no molestes
más.
No hace nada que dejaste de tomar
el biberón.
Mi respuesta es pues tajante: que
no, que no y que no.
- No te llamo dictador, ni tirano,
ni pastor.
Tú eres mi padre y te tengo un gran
amor.
El año que viene tendré ya un año
más
y la fiesta del Grillo otra vez
celebrarán.
Tendré para entonces una nueva
oportunidad,
y te juro, padre mío, que lo
volveré a intentar,
porque yo quiero ir a la fiesta del
Grillo,
yo quiero ir a la fiesta, papá.
JOSÉ MARÍA LÓPEZ MADROÑERO
1983
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