miércoles, 5 de agosto de 2015

LOS PECADOS DE QUE UNO SE HACE REO SIN COMETERLOS

El primero es mandar hacer algún mal. El que manda alguna cosa mala se hace reo de la maldad como si él mismo la cometiese, sin que por esto entendamos que los ejecutores queden inocentes, ni que en casos semejantes deban obedecer, pues sabido es que los superiores deben ser obedecidos solamente cuando lo que mandan puede hacerse sin pecar. La autoridad humana es una participación de la divina, o es un poder que Dios les ha dado. Primero debe obedecerse a Dios que prohíbe alguna cosa antes que a los que la mandan.
El segundo es aconsejar hacer mal. El que aconseja cualquier maldad, sea la que fuere, se hace reo de ella lo mismo que si la cometiese.
El tercero es consentir en el mal. Los que consienten, se complacen y deleitan en el mal que cometen otros se hacen reos de él como si ellos mismos lo cometiesen.
El cuarto es provocar al mal. Son reos y dignos de castigo los que provocan e instigan al mal, ora sea al robo, a la impureza o a cualquier otro.
El quinto es alabar lo malo. Se hacen reos de este delito aquellos padres y jefes que, sabiendo que sus hijos o empleados roban o estafan, no solo no los reprenden, sino que antes bien los aplauden y alaban.
El sexto es no impedir el mal pudiendo y debiendo. De semejante delito se hacen reos los que, teniendo autoridad o pudiendo, no impiden las maldades y en alguna manera consienten, según aquel principio: el que calla cuando debe hablar se juzga que consiente.
El séptimo es disimular el mal y permitirlo, conociendo o debiendo conocer que sucederá. ¡Cuántos padres se hacen culpables de los pecados que cometen sus hijos por no vigilarlos y estar siempre pendientes de ellos!
El octavo es participar del mal. De este delito se hacen reos los que reciben cosas robadas, que las compran sabiendo o sospechando que lo son, o recibiendo algo para disimular o hacer la vista gorda.
El noveno es defender lo malo. ¡Ay de los que pleitean injustamente y de los que protegen y favorecen a tales pleiteantes! Unos y otros se constituyen reos en el tribunal de Dios, en donde hasta las justicias quedarán juzgadas.

¿Por qué se dice que uno se hace reo de algunos pecados sin cometerlos? Porque con ellos es causa o cómplice en el mal que hacen otros.

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