Eres Madre de Dios y Madre de los hombres, inundada de sol tu playa de dolores. Engendraste al Señor y le pusiste nombre, Él fue tu Salvador y Tú naciste por Él.
La espada de dolor te traspasó y al borde de la muerte el amor te puso golpe a golpe.
El amargo sabor del cáliz te hizo volver a pronunciar tu "sí" como cuando eras joven.
Esclava del Señor y Madre de los pobres, refugio de salvación para los pecadores. Doncella de Sión, llena de vino mi odre para beber los dos la redención del orbe. Amén.
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