saltas de gozo, exultas de alegría?
¿Pides a Dios el pan de cada día
y a tu odioso rival le das la mano?
Si hay en tu cuerpo algún deseo insano,
si llenas tu alma de melancolía,
si no luchas por pura cobardía,
o luchando sin fe, luchas en vano...
Olvídate de ráfaga tan negra,
levanta tu mirada a ras de suelo,
piensa que no has perdido la batalla.
¡Arriba el corazón! Tu pecho alegra
y elevando tus ojos hacia el cielo
confía en el Señor. Confía y calla.
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