Buenos días. Feliz día del Corpus Christi. Día que los cristianos celebramos con alegría y esperanza, porque el Señor Jesús entregó su cuerpo y su sangre en la cruz, pero quiso realizarlo de una forma especial en la eucaristía, actualizando ese sacrificio tan grande para que su amor, su vida, su presencia se quedasen con nosotros como un alimento que nos une a Él y nos ayuda a ser santos. Por eso tenemos hoy el testimonio de la carta de san Pablo. que antes que los evangelios ya cuenta cómo se celebra la eucaristía. “Este es el Misterio de la fe”, dice el sacerdote, y todos respondemos: “Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección, ven Señor Jesús”. Hemos leído el milagro de la multiplicación de los panes y los peces. Jesús hace el milagro y da a los apóstoles los panes para que los repartan entre todos; así hemos sido invitados todos los cristianos a recibir su cuerpo, pan de vida, para que también nosotros podamos llevarlo al mundo; ya se encarga Cristo por la acción del Espíritu Santo de multiplicarlo para que no le falte a nadie. No tengamos miedo como los apóstoles al principio, que querían despedir a la gente, sino que compartamos los dones qie Dios nos da y a nadie le faltará el alimento de salvación. Seamos buenos y confiemos en Dios, que es sacerdote eterno que presenta su cuerpo y sangre como el alimento de la vida eterna.
Primera lectura
Lectura del libro del Génesis 14, 18-20
En aquellos días, Melquisedec, rey de Salén, sacerdote del Dios altísimo, sacó pan y vino, y le bendijo diciendo:
Y Abrán le dio el diezmo de todo.
Salmo 109, 1. 2. 3. 4 R/. Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec.
Segunda lectura
Lectura de la primera carta del Apóstol San Pablo a los Corintios 11, 23-26
Hermanos:
Por eso, cada vez que coméis de este pan y bebéis del cáliz, proclamáis la muerte del Señor, hasta que vuelva.
Evangelio del día
Lectura del santo Evangelio según San Lucas 9, 11b-17
En aquel tiempo, Jesús hablaba a la gente del reino y sanaba a los que tenían necesidad de curación.
Porque eran unos cinco mil hombres.
Lo hicieron así y dispusieron que se sentaran todos.
Entonces, tomando él los cinco panes y los dos peces y alzando la mirada al cielo, pronunció la bendición sobre ellos, los partió y se los iba dando a los discípulos para que se los sirvieran a la gente. Comieron todos y se saciaron, y recogieron lo que les había sobrado: doce cestos de trozos.
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