sábado, 14 de junio de 2025

ROMANCE DE LA NIÑA ENAMORADA (Salvador de Madariaga)


Mañanita, mañanita, 
agridulce y sonrosada,
eres pura y olorosa, 
fresca como una manzana.

Una manzana mordí 
con dientes de buena gana.
Hasta el mismo corazón 
el mordisco penetrara.
 
El corazón, que era tierno, 
sangre de amor derramaba. 
¡Oh, qué gusto tan sabroso 
para la boca y el alma!
 
Dime, la mañana fresca, 
dime, la fresca mañana, 
a qué sabe el corazón 
de una niña enamorada.
 
Arroyo, puro es su boca, 
cielo sus pupilas claras, 
brisa matinal su aliento 
y su sonrisa es el alba.
 
Dos tímidas tortolillas, 
ocultas en la enramada,  
con el pico sonrosado 
cantar amoroso cantan.
 
Por aquel sendero umbroso 
va la niña enamorada: 
suelto el cabello de oro,
la tersa frente inclinada,
 
y en sus bellos ojos claros 
el agua de densas lágrimas. 
Al ver pasar a la triste 
los pajarillos se callan.
 
Mordido por el amor 
sangre el corazón le mana. 
¡Oh, qué gusto tan sabroso 
para la boca y el alma!
 
iQué dulce es hacer sufrir 
a una niña enamorada! 
En oyendo este decir 
se sonrojó la mañana,
 
y el arroyo murmuró 
con voz transparente y clara: 
—¡Malhaya quien tal hiciera, 
malhaya quien tal pensara!



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