martes, 17 de junio de 2025

MARTES XI TIEMPO ORDINARIO C


Buenos días. Hoy martes la Iglesia nos pide descubrir cuál es nuestra verdadera riqueza. San Pablo da gracias a los cristianos de Macedonia porque no sólo han sido generosos económicamente con la colecta que han hecho para ayudar a otra comunidad cristiana, sino que la mayor entrega y riqueza que han dado ha sido a ellos mismos. ¿Cuál es nuestra forma de medir la riqueza y la pobreza? Porque Jesús, en el evangelio, nos ayuda a comprender que la riqueza es poder dar nuestra propia vida, nuestro tiempo, nuestro trabajo y, lo más importante, nuestro amor, incluso a quien no se lo merece, o precisamente porque no se lo merecen. Caminemos poco a poco con la esperanza de que toda entrega será recompensada con una medida desbordante. Seamos buenos y confiemos en Dios, que ama a los justos.



1ª Lectura (2Cor 8, 1-9): Queremos que conozcáis, hermanos, la gracia que Dios ha dado a las Iglesias de Macedonia: En las pruebas y desgracias creció su alegría; y su pobreza extrema se desbordó en un derroche de generosidad. Con todas sus fuerzas y aún por encima de sus fuerzas, os lo aseguro, con toda espontaneidad e insistencia nos pidieron como un favor que aceptara su aportación en la colecta a favor de los santos. Y dieron más de lo que esperábamos: se dieron a sí mismos, primero al Señor y luego, como Dios quería, también a nosotros. En vista de eso, como fue Tito quien empezó la cosa, le hemos pedido que dé el último toque entre vosotros a esta obra de caridad. Ya que sobresalís en todo: en la fe, en la palabra, en el conocimiento, en el empeño y en el cariño que nos tenéis, distinguíos también ahora por vuestra generosidad. No es que os lo mande; os hablo del empeño que ponen otros para comprobar si vuestro amor es genuino. Porque ya sabéis lo generoso que fue nuestro Señor Jesucristo: siendo rico, se hizo pobre por vosotros, para enriqueceros con su pobreza.


Salmo responsorial: 145

R/. Alaba, alma mía, al Señor.

Dichoso a quien auxilia el Dios de Jacob, el que espera en el Señor, su Dios, que hizo el cielo y la tierra, el mar y cuanto hay en él; que mantiene su fidelidad perpetuamente.

Que hace justicia a los oprimidos, que da pan a los hambrientos. El Señor liberta a los cautivos.

El Señor abre los ojos al ciego, el Señor endereza a los que ya se doblan, el Señor ama a los justos. El Señor guarda a los peregrinos.


Versículo antes del Evangelio (Jn 13, 34): Aleluya. Os doy un mandamiento nuevo, dice el Señor, que os améis los unos a los otros, como yo os he amado. Aleluya.



Texto del Evangelio (Mt 5, 43-48): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Habéis oído que se dijo: ‘Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo’. Pues yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persigan, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa vais a tener? ¿No hacen eso mismo también los publicanos? Y si no saludáis más que a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de particular? ¿No hacen eso mismo también los gentiles? Vosotros, pues, sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial».












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