Un severo monarca
hubo en lo antiguo,
que tal condena puso
al asesino:
¡Llevar a cuestas
el horrendo cadáver
la vida entera!
Con sistema tan raro,
el buen difunto,
de víctima pasaba
a ser verdugo.
Con la conciencia,
¿no sucede lo mismo
cuando se peca?
No hay comentarios:
Publicar un comentario