Ésta era una criada que servía en una casa. Y todos los meses, cuando le pagaban los amos, dejaba dinero para pagar por una misa para el ánima más necesitada. Y estuvo trabajando por muchos años y nunca dejaba de pagar por esa misa.
Y llegó el tiempo que la despidieron sus amos y estuvo algún tiempo sin servir. Y vino a verla una amiga suya y la halló muy triste y desconsolada y le preguntó por qué estaba tan triste, que qué le pasaba. Y ella le dijo:
- Pues mira, ya que eres mi mejor amiga te diré la verdad. Siempre que he servido he tenido la costumbre de pagar cada vez que me pagan a mí una misa por el ánima más necesitada del purgatorio, y este mes como no trabajo me falta el dinero para pagar esa misa. Por eso estoy triste.
Y su amiga le dijo:
- Pues por eso no estés triste que yo te daré dinero para que pagues por esa misa.
Y le dio el dinero y la moza fue en seguida y pagó por que dijeran la misa.
Y cuando volvía de ver al cura se encontró en el camino con un hombre muy pálido y flaco que le dijo:
- ¿Por qué estás tan triste?
Y ella le contestó:
- Porque me encuentro sin trabajo. Hace ya unos días que he salido de la casa donde servía y ahora no sé qué hacer.
Y el hombre le dijo:
- Pues mira, en aquella casa están ahora despidiendo a la criada que tienen. Anda allí y dile a doña Mariana que yo te envié a servir en vez de la que ahora despiden.
Y se fue la moza a donde le dijo el hombre y llegó y llamó a la puerta. Y salió la señora y le preguntó qué quería. Y ella le dijo:
- Me ha enviado un señor alto, flaco y pálido que he encontrado en el camino y me ha dicho que aquí les hace falta ahora una criada porque despiden en este momento la que tienen.
Y le dijo la señora que entrara y le preguntó:
- ¿Pero quién es ese señor que te ha enviado acá?
Y entonces la moza vio a un señor que estaba retratado y dijo:
- Aquel señor que tiene usted retratado allá, ése es el que me ha enviado.
Y la señora dijo:
- Pero, ¿cómo es eso? Si ese es mi hijo que murió hace diez años.
- Pues, ése es, señora, el que me ha dicho que viniera -dijo la moza.
Y en ese momento miró la moza hacia la puerta y vio al hombre que estaba allí de pie. Y le dijo a la madre:
- Mire, señora, allí está ahora su hijo, el que me ha dicho que viniera a su casa.
Y la madre miró hacia la puerta pero no vio nada. Y entonces la moza le dijo al hombre:
- ¿Verdad que usted me dijo que viniera aquí a servir?
Y el hombre le dijo que sí. Pero como la madre no veía ni sentía nada le preguntó a la moza por qué la había enviado allí su hijo. Y le contó la moza cómo estaba acostumbrada ella a pagar por una misa cada mes por el ánima más necesitada del purgatorio y que una vez que no servía una amiga le había dado con que pagara la misa; y que después se había encontrado con ese señor, y como la había encontrado triste le había preguntado por qué estaba tan triste, y que cuando ella le había contado lo que le pasaba la había enviado a esa casa.
Y la madre comprendió que el ánima necesitada era su hijo y que se le había aparecido a la moza para premiarla porque ella pagaba las misas para que él saliera del purgatorio. Y en la casa del hijo nunca pagaban misas. Y la madre entonces le dijo a la moza que estuviera allí con ella toda su vida. Y cuando murió la señora le dejó toda su riqueza a la moza. Y la moza nunca se quiso casar y vivió siempre muy cristiana y daba limosnas a los pobres y pagaba misas para las ánimas del purgatorio. Y cuando murió dejó todo su dinero para que dijeran misas por las ánimas.
De "Cuentos populares de España"
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