¡Oh amabilísimo san José, cuán bien conozco ahora la causa de mis recaídas! Si en vez de mi necia presunción hubiera seguido humilde la lección que me das, de huir de los peligros, no habría recaído con tanta frecuencia. De hoy más propongo vigilar sobre mí mismo, atendiendo a mi salud eterna con santo temor. ¡Asísteme tú, oh santo Protector mío! Y cuando veáis ¡oh Custodio fiel de Jesús y Esposo de la Inmaculada María! que la duda, la perplejidad, la turbación asaltan mi corazón en cualquier necesidad del alma, y especialmente en la elección del estado en que el Señor me quiere, o de los medios más a propósito para santificarme en el ya escogido, alcanzadme Vos la luz necesaria para hacer la voluntad de Dios en todo, repitiendo siempre, como Vos acostumbrabais hacerlo "¡viva yo y viva para ver cumplida la voluntad de Dios en todas las cosas!" (Libro de las Revelaciones Celestiales de Santa Brígida).
Por esto os escojo hoy, en presencia de Jesús y de María, por mi Ángel del consejo, a fin de que me dirijáis en todos mis pasos. Vuestro corazón se vio con frecuencia afligido con las angustias de la ansiedad: por ellas os suplico que aceptéis el nombramiento.
V. Ora pro nobis S. Joseph
R. Ut digni efficiamur promissionibus Christi.
No hay comentarios:
Publicar un comentario