miércoles, 16 de diciembre de 2015

SÚPLICA A MARÍA SANTÍSIMA

    Inmaculada Virgen y Madre mía, María Santísima: a Ti que eres la Madre de mi Salvador, la Reina del mundo, la abogada, la esperanza y el refugio de los pecadores, recurro en este día yo, que soy el más miserable de todos. ¡Te adoro, oh gran Reina! y humildemente te agradezco todas las gracias y mercedes que hasta ahora me has hecho, especialmente la de haberme librado del infierno, tantas veces merecido por mis pecados: te amo, Señora amabilísima, y por el amor que te tengo, propongo siempre servirte y hacer todo lo posible para que de todos seas servida. En Ti, ¡oh Madre de misericordia! después de mi Señor Jesucristo, pongo todas mis esperanzas; admíteme por tu siervo y defiéndeme con tu protección; y ya que eres tan poderosa para con Dios, líbrame de todas las tentaciones y alcánzame gracia para vencerlas hasta la muerte. Te pido un verdadero amor para con mi Señor Jesucristo: y por Ti espero alcanzar una buena muerte. ¡Oh Señora y Madre mía! por el gran amor que tienes a Dios, te ruego que siempre me ayudes; pero mucho más en el último momento de mi vida, no me desampares hasta verme salvo en el cielo, alabándote y cantando tus misericordias por toda la eternidad. Amén.

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