Oh Dios, que asentaste la tierra sobre sus cimientos, apiádate de nuestros temores y atiende nuestras súplicas, para que, apaciguados los huracanes y tornados, sintamos siempre tu amparo y, seguros con tu protección, te sirvamos llenos de alegría.
Oh María, concebida sin pecado original, ruega por nosotros que recurrimos a ti. Por nuestro Señor Jesucristo que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
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