Gloriosísimo San José de Cupertino, Protector de los examinados, no desdeñes las súplicas que te dirijo implorando tu auxilio en los exámenes de mis estudios.
Alcánzame del Señor que, como verdadera fuente de Luz y Sabiduría, disipe las dos clases de tinieblas de mi entendimiento, el pecado y la ignorancia, instruyendo mi lengua y difundiendo en mis labios la gracia de su bendición.
Dame agudeza para entender, capacidad para retener, método y facultad para aprender, sutileza para interpretar; y en el momento del examen, gracia y abundancia para hablar, acierto al empezar, dilección al progresar y perfección al acabar, si así conviene a la mayor gloria de Dios y provecho de mi alma. Amén.
San José de Cupertino, intercede por todos los estudiantes del mundo.
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