Al llegar, cualquier día,
un recaudador cualquiera
a una choza que tenía
por cortina una palmera,
ve una cabra en el umbral,
y a una esposa y un esposo
que hacen ser al animal
nodriza de un niño hermoso.
Por contribución y dietas
de improviso al labrador
le reclama dos pesetas
el brusco recaudador.
Mas ni mujer ni marido
pueden cumplir con la ley,
porque nunca han conocido
por sus monedas al rey.
Para cobrar se utiliza
la cabra el recaudador,
dejando así sin nodriza
al niño del labrador.
Su amparo entonces la madre
pide a la Virgen María,
y exclama furioso el padre:
-¡Cuándo llegará la mía!-.
¿Y el niño? De hambre expiró,
la madre murió de pena,
de rabia el padre se ahorcó,
y aquí terminó la escena.
¡Aunque esta tragedia espanta,
ved con qué aire indiferente
la alondra en los cielos canta
y el sol marcha hacia Poniente!
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