¡Oh San José! No creo tomes a mal ni juzgues a exceso de nuestra imaginación si te decimos, movidos del amor que te profesamos, que tu gloria aun rebasa los angelicales confines, ya que traspasando, por sus numerosas falanges, te remontas a una altura que sea proporcionada, por sus resplandores, a la grandeza de que estuviste en la tierra revestido. Mas como en esta te hallaste junto a Jesús y María, es natural que en la gloria, para ser a tus méritos conforme, te debías encontrar en igual posición, no lejos, antes a tu hijo y esposa bien unido. ¡Oh, qué dicha para ti, José, tener a los lados a aquellos carísimos seres que constituyen la felicidad de los Cielos, cuyos moradores a ti te felicitan al enviar sus saludos a su rey Jesús y a María, su emperatriz!
JACULATORIA. Que merezcamos hallarnos un día entre aquellos seres felices que sin descanso te festejan. Amén.
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