Tu nombre ¡oh Santa Madre de Dios!, contiene todas las gracias y todas las bendiciones divinas. ¡Tú has llevado en tu seno al que es incomprensible y has alimentado al que alimenta a todas las criaturas! El que llena el cielo y la tierra, el que es Soberano de todas las cosas ha querido serte deudor del vestido de carne que antes no tenía. Regocijaos, ¡oh Madre de Dios, regocijaos de tener por deudor al que da el ser a todas las criaturas. Todos somos deudores de Dios, pero puede decirse que Dios ha querido serlo tuyo en cierto modo. Así es, Madre amantísima, que tu caridad y tu crédito para con Dios exceden a la caridad y al crédito de todos los Santos. Nosotros celebramos tu gloria, sabemos cuan grande es tu bondad, y te suplicamos que te acuerdes de nosotros y de nuestras miserias. Amén.
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