jueves, 31 de julio de 2025

JUEVES XVII T.O. C - SAN IGNACIO DE LOYOLA


Buenos días. Es jueves y estamos invitados a rezar por las vocaciones, especialmente por la vocación al sacerdocio. Y las lecturas nos hablan de descubrir la gloria de Dios. En el evangelio la gloria viene del reino de Dios que quiere explicar que Dios es justo, bueno y que sus juicios llegarán al final de los tiempos. Y por eso el evangelio invita a descubrir que Dios siempre está dispuesto a la misericordia y que nos va acompañando a lo largo del camino. Como hizo con el pueblo de Israel, que sigue las instrucciones para preparar un lugar a la gloria de Dios y que luego Dios los acompaña por el desierto hasta que lleguen a la tierra prometida. Dios nos va guiando y enseña el camino de la vida, pidamos hoy que seamos capaces de entender la voluntad de Dios, y no olvidemos que, por nuestro bautismo, somos Morada de Dios y vive en nosotros para acompañarnos y llevarnos a la vida eterna. Seamos buenos y confiemos en Dios, que vive en nosotros.



1ª Lectura (Éx 40, 16-21.34-38): En aquellos días, Moisés hizo todo ajustándose a lo que el Señor le había mandado. El día uno del mes primero del segundo año fue construido el santuario. Moisés construyó el santuario, colocó las bases, puso los tablones con sus trancas y plantó las columnas; montó la tienda sobre el santuario y puso la cubierta sobre la tienda; como el Señor se lo había ordenado a Moisés. Colocó el documento de la alianza en el arca, sujetó al arca los varales y la cubrió con la placa. Después la metió en el santuario y colocó la cortina de modo que tapase el arca de la alianza; como el Señor se lo había ordenado a Moisés. Entonces la nube cubrió la tienda del encuentro, y la gloria del Señor llenó el santuario. Moisés no pudo entrar en la tienda del encuentro, porque la nube se había posado sobre ella, y la gloria del Señor llenaba el santuario. Cuando la nube se alzaba del santuario, los israelitas levantaban el campamento, en todas las etapas. Pero, cuando la nube no se alzaba, los israelitas esperaban hasta que se alzase. De día la nube del Señor se posaba sobre el santuario, y de noche el fuego, en todas sus etapas, a la vista de toda la casa de Israel.


Salmo responsorial: 83

R/. ¡Qué deseables son tus moradas, Señor de los ejércitos!

Mi alma se consume y anhela los atrios del Señor, mi corazón y mi carne retozan por el Dios vivo.

Hasta el gorrión ha encontrado una casa; la golondrina, un nido donde colocar sus polluelos: tus altares, Señor de los ejércitos, Rey mío y Dios mío.

Dichosos los que viven en tu casa, alabándote siempre. Dichosos los que encuentran en ti su fuerza; caminan de baluarte en baluarte.

Vale más un día en tus atrios que mil en mi casa, y prefiero el umbral de la casa de Dios a vivir con los malvados.


Versículo antes del Evangelio (Cf. Hch 16, 14): Aleluya. Abre, Señor, nuestros corazones para que comprendamos las palabras de tu Hijo. Aleluya.



Texto del Evangelio (Mt 13, 47-53): En aquel tiempo, Jesús dijo a la gente: «También es semejante el Reino de los Cielos a una red que se echa en el mar y recoge peces de todas clases; y cuando está llena, la sacan a la orilla, se sientan, y recogen en cestos los buenos y tiran los malos. Así sucederá al fin del mundo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de entre los justos y los echarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes. ¿Habéis entendido todo esto?» Le dicen: «Sí». Y Él les dijo: «Así, todo escriba que se ha hecho discípulo del Reino de los Cielos es semejante al dueño de una casa que saca de sus arcas lo nuevo y lo viejo». Y sucedió que, cuando acabó Jesús estas parábolas, partió de allí.
















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