Buenos días. Feliz lunes. Los judíos en el evangelio piden un signo a Jesús y Él responde que el signo es el de Jonás y la reina de Saba. Esta respuesta deja a los oyentes inquietos porque Jesús les dice; "Os basta mi promesa y mi sabiduría que vienen de Dios y que atestiguan los milagros, pero no hay peor ciego que el que no quiere ver". Delante de nosotros tenemos la esperanza, la verdad, vida y muchas veces nos decantamos por escoger lo que no nos conviene, ¿por qué? ¿Quizá creemos que sabemos más que Dios? Confiemos en su sabiduría y sus palabras se cumplirán en nuestras vidas, pero tengamos paciencia porque los tiempos de Dios no son los nuestros. Seamos buenos y confiemos en Dios, que su victoria es sublime.
1ª Lectura (Éx 14, 5-18): En aquellos días, cuando comunicaron al rey de Egipto que el pueblo había escapado, el Faraón y su corte cambiaron de parecer sobre el pueblo, y se dijeron: «¿Qué hemos hecho? Hemos dejado marchar a nuestros esclavos israelitas». Hizo preparar un carro y tomó consigo sus tropas: tomó seiscientos carros escogidos y los demás carros de Egipto con sus correspondientes oficiales. El Señor hizo que el Faraón se empeñase en perseguir a los israelitas, mientras éstos saltan triunfantes. Los egipcios los persiguieron con caballos, carros y jinetes, y les dieron alcance mientras acampaban en Fehirot, frente a Baal Safón.
Se acercaba el Faraón, los israelitas alzaron la vista y vieron a los egipcios que avanzaban detrás de ellos y, muertos de miedo, gritaron al Señor. Y dijeron a Moisés: «¿No había sepulcros en Egipto?, nos has traído a morir en el desierto; ¿qué es lo que nos has hecho sacándonos de Egipto? ¿No te lo decíamos en Egipto: ‘Déjanos en paz, y serviremos a los egipcios; más nos vale servir a los egipcios que morir en el desierto’?». Moisés respondió al pueblo: «No tengáis miedo; estad firmes, y veréis la victoria que el Señor os va a conceder hoy: esos egipcios que estáis viendo hoy, no los volveréis a ver jamás. El Señor peleará por vosotros; vosotros esperad en silencio».
El Señor dijo a Moisés: «¿Por qué sigues clamando a mí? Di a los israelitas que se pongan en marcha. Y tú, alza tu cayado, extiende tu mano sobre el mar y divídelo, para que los israelitas entren en medio del mar a pie enjuto. Que yo voy a endurecer el corazón de los egipcios para que los persigan, y me cubriré de gloria a costa del Faraón y de todo su ejército, de sus carros y de los guerreros. Sabrán los egipcios que yo soy el Señor, cuando me haya cubierto de gloria a costa del Faraón, de sus carros y de sus guerreros».
Salmo responsorial: 15
R/. Cantaré al Señor, sublime es su victoria.
Cantaré al Señor, sublime es su victoria, caballos y carros ha arrojado en el mar. Mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación. Él es mi Dios: yo lo alabaré; el Dios de mis padres: yo lo ensalzaré.
El Señor es un guerrero, su nombre es «El Señor». Los carros del Faraón los lanzó al mar, ahogó en el mar Rojo a sus mejores capitanes.
Las olas los cubrieron, bajaron hasta el fondo como piedras. Tu diestra, Señor, es fuerte y terrible, tu diestra, Señor, tritura al enemigo.
Versículo antes del Evangelio (Sal 94, 8): Aleluya. Hoy no queráis endurecer vuestros corazones, sino oíd la voz del Señor. Aleluya.
Texto del Evangelio (Mt 12, 38-42): En aquel tiempo, le interpelaron algunos escribas y fariseos: «Maestro, queremos ver una señal hecha por ti». Mas Él les respondió: «¡Generación malvada y adúltera! Una señal pide, y no se le dará otra señal que la señal del profeta Jonás. Porque de la misma manera que Jonás estuvo en el vientre del cetáceo tres días y tres noches, así también el Hijo del hombre estará en el seno de la tierra tres días y tres noches. Los ninivitas se levantarán en el Juicio con esta generación y la condenarán; porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás, y aquí hay algo más que Jonás. La reina del Mediodía se levantará en el Juicio con esta generación y la condenará; porque ella vino de los confines de la tierra a oír la sabiduría de Salomón, y aquí hay algo más que Salomón».
Jesús está “harto” de curar toda clase de dolencias y llegan los fariseos y escribas y le piden ver un signo. A veces pensamos y actuamos de la misma manera. Dios ha hecho mucho por nosotros, nos ha salvado de muchos peligros, nos ha resucitado de muchas “muertes”. Pero nunca estamos conformes. Nos gustaría ver algo más.
“Señor gracias por las maravillas que salen de tus manos, enséñanos a descubrirlas y a agradecerlas. Fortalece nuestra fe en Ti”.
Los ninivitas se convirtieron por la palabra de Jonás. Jesús es mucho más que Jonás y nos llama a la conversión. ¿Vas descubriendo los caminos de conversión que Jesús te señala? ¿Cómo los sigues? ¿Qué dices a Dios?
Bendito seas, Padre, porque nos das tu Espíritu, el único que puede convertimos, el único que puede atravesar nuestros pensamientos, el único que puede darnos un corazón de hijos, el único que puede guiarnos por la senda del Evangelio, el único que hace posible nuestra vuelta a tu seno.
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