Buenos días. Rezamos hoy jueves por las vocaciones. Y en las lecturas nos explican la importancia de estar en vela, estar preparados para encontrarnos con el Señor, porque donde menos esperamos Dios nos da una gran lección de vida. No sabemos cuándo y dónde podremos descubrir a Dios, pero sí que tenemos que aprender a abrir nuestro corazón. Seamos buenos y confiemos en Dios, que nos llena de su misericordia.
1ª Lectura (1Tes 3, 7-13): Hermanos: En medio de todas nuestras dificultades y tribulaciones, vuestra fe nos ha dado un gran consuelo. El saber que permanecéis fieles al Señor, nos llena ahora de vida. ¿Cómo podremos agradecerle debidamente a Dios el gozo tan grande con que, gracias a vosotros, nos alegramos en el Señor, a quien noche y día le rogamos con toda el alma que nos conceda veros personalmente para completar lo que todavía falta a vuestra fe? Que el mismo Dios, nuestro Padre, y Jesucristo, nuestro Señor, nos conduzcan a vosotros. Que el Señor os llene y os haga rebosar de un amor mutuo y hacia todos los demás, como el que yo os tengo a vosotros, para que él conserve vuestros corazones irreprochables en la santidad ante Dios, nuestro Padre, hasta el día en que venga nuestro Señor Jesús, en compañía de todos sus santos.
Salmo responsorial: 89
R/. Sácianos, Señor, de tu misericordia, y exultaremos.
Tú, Señor, haces volver al polvo a los humanos, diciendo a los mortales que retornen. Mil años son para ti como un día, que ya pasó; como una breve noche.
Enséñanos a ver lo que es la vida y seremos sensatos. ¿Hasta cuándo, Señor, vas a tener compasión de tus siervos? ¿Hasta cuándo?
Llénanos de tu amor por la mañana y júbilo será la vida toda. Que el Señor bondadoso nos ayude y dé prosperidad a nuestra obras.
Versículo antes del Evangelio (Mt 24, 42a.44): Aleluya. Vigilad, estad alerta, porque el Hijo del hombre vendrá a la hora que menos penséis. Aleluya.
Texto del Evangelio (Mt 24, 42-51): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Velad, pues, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Entendedlo bien: si el dueño de casa supiese a qué hora de la noche iba a venir el ladrón, estaría en vela y no permitiría que le horadasen su casa. Por eso, también vosotros estad preparados, porque en el momento que no penséis, vendrá el Hijo del hombre. ¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente, a quien el señor puso al frente de su servidumbre para darles la comida a su tiempo? Dichoso aquel siervo a quien su señor, al llegar, encuentre haciéndolo así. Yo os aseguro que le pondrá al frente de toda su hacienda. Pero si el mal siervo aquel se dice en su corazón: ‘Mi señor tarda’, y se pone a golpear a sus compañeros y come y bebe con los borrachos, vendrá el señor de aquel siervo el día que no espera y en el momento que no sabe, le separará y le señalará su suerte entre los hipócritas; allí será el llanto y el rechinar de dientes».
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