Buenos días. Las lecturas diarias nos invitan en este sábado a ver la misericordia de Dios que lleva en el Antiguo Testamento a instaurar el año Jubilar, como lo que estamos celebrando ahora en Roma, el jubileo de la Esperanza. Este año significa perdón, significa que Dios pide al hombre que actúe con amor y perdone el mal que su prójimo le haya causado. Y en el evangelio leemos cómo Herodes por miedo, por guardar las apariencias, no es capaz de escuchar su conciencia y hacer lo correcto; y ahora oye hablar de los milagros de Jesús y siente que Dios lo juzga, pero Jesús ha venido a traer el año de misericordia, como dirá el evangelio de Lucas: “Hoy se cumple esto que acabáis de oír”. Y que Mateo explica con la idea: convertíos y creed en el Evangelio. La buena noticia que Jesús comienza a predicar justo después de este pasaje. Seamos buenos y confiemos en Dios, que rige el mundo con justicia y con misericordia.
1ª Lectura (Lev 25, 1.8-17): El Señor habló a Moisés en el monte Sinaí: «Haz el cómputo de siete semanas de años, siete por siete, o sea cuarenta y nueve años. A toque de trompeta darás un bando por todo el país, el día diez del séptimo mes. El día de la expiación haréis resonar la trompeta por todo vuestro país. Santificaréis el año cincuenta y promulgaréis la manumisión en el país para todos sus moradores. Celebraréis jubileo; cada uno recobrará su propiedad, y retornará a su familia. El año cincuenta es para vosotros jubilar; no sembraréis ni segaréis el grano de ricio ni cortaréis las uvas de cepas bordes. Porque es jubileo; lo considerarás sagrado. Comeréis de la cosecha de vuestros campos. En este año jubilar cada uno recobrará su propiedad. Cuando realices operaciones de compra y venta con alguien de tu pueblo, no lo perjudiques. Lo que compres a uno de tu pueblo se tasará según el número de años transcurridos desde el jubileo. Él a su vez te lo cobrará según el número de cosechas anuales: cuantos más años falten, más alto será el precio; cuantos menos, menor será el precio. Porque él te cobra según el número de cosechas. Nadie perjudicará a uno de su pueblo. Teme a tu Dios. Yo soy el Señor, vuestro Dios».
Salmo responsorial: 66
R/. Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.
El Señor tenga piedad y nos bendiga, ilumine su rostro sobre nosotros; conozca la tierra tus caminos, todos los pueblos tu salvación.
Que canten de alegría las naciones, porque riges el mundo con justicia, riges los pueblos con rectitud y gobiernas las naciones de la Tierra.
La tierra ha dado su fruto, nos bendice el Señor, nuestro Dios. Que Dios nos bendiga; que le teman hasta los confines del orbe.
Versículo antes del Evangelio (Mt 5, 10): Aleluya. Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los cielos, dice el Señor. Aleluya.
Señor, enséñanos a encajar la cruz de cada día; la cruz que exige el amor a los que más sufren y a todas las personas; la cruz que conlleva la lucha por la verdad, por la justicia, por la paz; la cruz que nos viene cuando somos fieles a Ti y a tu Evangelio.
Estas cruces nos resultan pesadas, Señor, pero sufrimos más cuando nos encerramos en nosotros mismos, cuando somos testarudos, egoístas y nos dejamos llevar por la envidia o el rencor.
Señor, danos sabiduría para tener siempre presente que la cruz por amor merece la pena, nos hace más humanos, nos acerca a Ti y da vida a cuantos nos rodean. En cambio, el sufrimiento que nos trae el pecado es más grande y enteramente inútil.
Señor, enséñame a sufrir como Tú y contigo. Y a pedirte una y mil veces perdón por las mil y una veces que no hago tu voluntad.
Así te lo pido. Así sea.
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