De noche, en un mal paso y sin linterna,
Juan se rompió una pierna.
¡Vaya todo por Dios!
Le curaron tal cual; pero volviendo
a aquel paso tremendo,
¡Juan se rompió las dos!
Sanó al fin; mas tornando a la aspereza
partióse la cabeza
¡y muerto quedó allí!
Si a un cristiano su culpa se le absuelve,
y al vicio vuelve y vuelve,
¿no le sucede así?
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