Con tierna melancolía
van a una niña a enterrar,
y el padre, al verla pasar,
dice llorando: -¡Hija mía!
¡La pierdo cuando aún vivía
con la fe de la ilusión!...-
Mas se templó su aflicción
mirando al cortejo, y viendo
tantos que, sin fe viviendo,
llevan muerto el corazón.
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