viernes, 29 de diciembre de 2017

ORACIÓN A SAN JOSÉ PARA CONCLUIR LA VISITA

Después de visitar a mi buen Jesús, real y verdaderamente presente en el augusto sacramento de su amor; después de haber saludado a mi celestial madre María, le falta todavía al corazón cristiano un deber que cumplir. En la trinidad de la tierra, preciosa imagen de la Trinidad divina, figura un gran santo, el justo por excelencia, el glorioso San José, que siendo como es el Patrón de la Iglesia universal, lo es también mío, lo es de mi familia, lo es de todos aquellos que me están unidos con vínculos de parentesco, de amistad, de gratitud. A ti, pues, oh glorioso Patriarca, elevo humilde y ferviente súplica en favor de la madre de mi alma, que es la Iglesia de la que tú eres el Protector universal, en favor de mis necesidades espirituales y temporales, de las de mis deudos y allegados. Haz, oh santo Protector mío, que sepa yo seguir tus huellas en la tierra, a fin de que un día contigo, con tu santísima esposa María y con mi dulcísimo Jesús, pueda disfrutar de los goces de la inmortalidad en el cielo. Amén.

ORACIÓN A SAN JOSÉ (34)

No dudamos un punto ¡oh San José! que Jesús, para retribuirte aquí en la tierra los desvelos que por Él padecías, te descubriría muchas veces su majestuosa y oculta Divinidad; y entonces quedarías más bañado en sus radiantes resplandores que Pedro, Santiago y Juan; y gustoso de este modo, clamando con el primero "¡qué bien se está aquí!", te quisieras quedar para siempre, pero Dios te tenía reservada mayor gloria, para lo cual era indispensable más largo sacrificio y tormento. ¡Oh, sí, qué bien se está en este mundo en compañía de Jesús!, por esto bajó de sus alturas el Verbo: para hacernos soportable y llevadero este destierro; por esto se quedó Jesús en la Sagrada Eucaristía: para hacer a los hombres felices. Pero solamente lo son los que, como tú, no se apartan de su lado y no se dejan seducir por las vanas apariencias del mundo.

JACULATORIA: Haz que a menudo nos bañemos en los resplandores que lanza la Fe desde el S.S. del altar. Amén.  

jueves, 21 de diciembre de 2017

A LA EUCARISTÍA (ALABAD AL SEÑOR)

Alabad al Señor,
sus grandezas cantad,
es el Dios del amor,
es la eterna bondad.

Es Jesús nuestro bien,
nuestra eterna salud,
en sus labios la miel,
en sus ojos la luz.

Alabad al Señor,
sus grandezas cantad,
es el Dios del amor,
es la eterna bondad.

De los cielos bajó,
se hizo carne mortal,
a los hombres amó,
se hizo pan celestial.

Alabad al Señor,
sus grandezas cantad,
es el Dios del amor,
es la eterna bondad.

Recurrimos a Ti,
oh Jesús nuestro Dios,
no podemos vivir
si nos falta tu amor.

Alabad al Señor,
sus grandezas cantad,
es el Dios del amor,
es la eterna bondad.


Del "Cancionero de la Santa Misión" (Málaga, 1950)



lunes, 18 de diciembre de 2017

ORACIÓN PARA VIAJAR EN CARRETERA

Señor, aquí vamos a tu lado, confiando en que nuestro camino será seguro y a nuestro regreso estaremos salvos.
Tú que nos has mostrado siempre tus caminos, alumbra también este, nuestro camino, nuestro destino, nuestro paseo, ven con nosotros en la carretera.
Sé nuestro piloto, danos confianza en que todo estará bien, siembra alegría y paz en nuestros corazones y haz que nuestro destino sea un lugar seguro y feliz donde podamos disfrutar, descansar, convivir y acordarnos siempre de Ti.
Señor, cuídanos en la carretera, haz que nuestro paseo sea memorable, lleno de recuerdos bellos, de alegre compartir, haz que las veredas sean seguras y nuestro destino sea feliz.
Acompáñanos todo el camino y permanece siempre en nuestro viaje. Te queremos a nuestro lado. ¡Gracias, Señor!
¡Qué feliz me siento al saber que Tú eres otro pasajero más en nuestro viaje! Amén.

JUNTO A TI, MARÍA

Junto a Ti, María,
como un niño quiero estar,
tómame en tus brazos,
guíame en tu caminar.

Quiero que me eduques,
que me enseñes a rezar,
hazme transparente,
lléname de paz.

Madre, Madre,
Madre, Madre.

Gracias, Madre mía,
por llevarnos a Jesús,
haznos más humildes,
tan sencillos como Tú.

Gracias, Madre mía,
por abrir tu corazón,
porque nos congregas
y nos das tu amor.

Madre, Madre,
Madre, Madre.


sábado, 16 de diciembre de 2017

JESÚS (Amado Nervo)

Jesús no vino del mundo de «los cielos». 
Vino del propio fondo de las almas; 
de donde anida el yo: de las regiones 
internas del Espíritu. 

¿Por qué buscarle encima de las nubes? 
Las nubes no son el trono de los dioses. 
¿Por qué buscarle en los candentes astros? 
Llamas son como el sol que nos alumbra, 
orbes, de gases inflamados... Llamas 
no más. ¿Por qué buscarle en los planetas? 
Globos son como el nuestro, iluminados 
por una estrella en cuyo torno giran. 

Jesús vino de donde 
vienen los pensamientos más profundos 
y el más remoto instinto. 
No descendió: emergió del océano 
sin fin del subconsciente; 
volvió a él, y ahí está, sereno y puro. 
Era y es un eón. El que se adentra 
osado en el abismo 
sin playas de sí mismo, 
con la luz del amor, ese le encuentra.

viernes, 15 de diciembre de 2017

ORACIÓN ANTE EL SUFRIMIENTO

Señor Jesús, no me dejes nunca solo cuando sufro. Tú conoces mi debilidad ante el dolor. Sabes que supera mis fuerzas. Yo solo no puedo con la cruz.
En Ti confío y a Ti me abandono, porque sé que con tu fuerza podré llevar esta cruz que la vida me ha cargado. Mi debilidad en Ti se fortalece y mi dolor contigo se ilumina y toma sentido.
Tú quisiste asumir mi dolor en el tuyo, para poder purificarlo en Ti, para poder transformarlo en Amor. ¡Ayúdame a amar mi dolor, como Tú lo amas!
Hoy te pido que me concedas la gracia de amarte siempre y en cualquier circunstancia de mi vida. Y si no me conviene disminuir mi dolor de hoy, dame, te suplico, el valor para asumirlo y vivirlo por amor a Ti.
¡Bendito seas, Cristo doliente en mi dolor y en el dolor de todos mis hermanos!

jueves, 14 de diciembre de 2017

ORACIÓN A LA VIRGEN DE LOURDES POR LOS ENFERMOS

Santísima e Inmaculada Virgen María, que al aparecerte en la Gruta de Lourdes y a través de tu amorosa intercesión, muchos han visto curadas sus heridas físicas y espirituales y han encontrado el camino de la conversión.
Madre de Misericordia, salud de los enfermos, consoladora de los afligidos, Tú conoces muy bien nuestras necesidades y sufrimientos. Míranos con ojos de misericordia ya que acudimos a Ti con plena confianza en tu santísima intercesión maternal.
Obtén para nosotros de tu Divino Hijo, Madre Santísima, este favor especial que hoy te pedimos (hacer la petición).
Nuestra Señora de Lourdes, ruega por nosotros. Amén.

ORACIÓN POR LOS ENFERMOS (1)

Señor, te encomendamos a los enfermos del mundo entero, a los enfermos de nuestra comunidad y a cuantos enfermos anónimos sufren en este momento. Acompáñales en su camino, acoge sus quejas, escucha sus súplicas, mitiga sus dolores, su angustia y su cansancio. Infúndeles aliento en sus luchas, confórtalos en la prueba, reanima su esperanza, sana sus heridas. Aviva su confianza en Dios, nuestro Padre. Hazles sentirse queridos por los suyos, pues será su mejor medicina. Alegra sus corazones, llena sus vidas de amor y de sentido. Descúbreles el valor del sufrimiento con amor. Hazles evangelizadores de los sanos y los grandes bienhechores de la humanidad. Dales tu paz y tu salvación. Bendícelos, Señor. Amén.

ORACIÓN DE GRACIAS POR EL AMOR

Padre, gracias por el maravilloso ejemplo de tu amor, pues al permitir que Cristo tu Hijo amado nos salvara al morir en la cruz, nos trajiste de la muerte a la vida.
Te imploro que ese amor sea derramado sobre cada uno de mis hijos y que puedan repartirlo a sus semejantes. Que ellos te amen con todo su ser y que ese amor nunca se enfríe. Que sepan reconocer tu amor real e infinito. Amén.

ORACIÓN DEL ENFERMO (1)

Señor, apiádate de mí, porque estoy enfermo y siento una profunda tristeza. Pero si Tú quieres puedes curarme, puedes iluminar al médico para diagnosticar mi mal, puedes hacer eficaces las medicinas y los tratamientos para librarme de estos males. Dame fuerzas para resistir el dolor y cooperar con los que me quieren sanar.
Mi curación será consuelo para todos los que desean mi salud, premio para todos los que estuvieron pendientes de mí, estímulo para vivir siempre unido a Ti, que me has dado la vida eternamente.
Todo esto te pido por los méritos de Cristo y por intercesión de su Madre, la Virgen de la Salud. Amén.

NO SÉ QUIÉN ES (Amado Nervo)

¿Quién es? -No sé: a veces cruza 
por mi senda, como el hada 
del ensueño: siempre sola... 
siempre muda... siempre pálida... 
¿Su nombre? No lo conozco. 
¿De dónde viene? ¿Do marcha? 
¡Lo ignoro! Nos encontramos, 
me mira un momento y pasa: 
¡Siempre sola...! ¡Siempre triste...! 
¡Siempre muda...! ¡Siempre pálida! 

Mujer: ha mucho que llevo 
tu imagen dentro del alma. 
Si las sombras que te cercan, 
si los misterios que guardas 
deben ser impenetrables 
para todos, ¡calla, calla! 

¡Yo sólo demando amores: 
yo no te pregunto nada! 

¿Buscas reposo y olvido? 
Yo también. El mundo cansa. 
Partiremos lejos, lejos 
de la gente, a tierra extraña; 
y cual las aves que anidan 
en las torres solitarias, 
confiaremos a la sombra 
nuestro amor y nuestras ansias...

ORACIÓN PARA EL OFRECIMIENTO DE OBRAS

Ven, Espíritu Santo, inflama nuestros corazones en las ansias redentoras del Corazón de Cristo para que ofrezcamos de veras nuestras personas y obras en unión con Él por la redención del mundo.
Señor mío y Dios mío Jesucristo, por el Corazón Inmaculado de María me consagro a tu Corazón y me ofrezco contigo al Padre en tu Santo Sacrificio del altar con mi oración y mi trabajo, sufrimiento y alegrías de hoy, en reparación de nuestros pecados y para que venga a nosotros tu Reino.
Te pido en especial por el Papa y sus intenciones, por nuestro obispo y sus intenciones, por nuestro párroco y sus intenciones. Amén.

martes, 12 de diciembre de 2017

ORACIÓN A DIOS PADRE CELESTIAL AL COMIENZO DE LA SEMANA

Señor Dios, Padre Celestial, gracias por tus bendiciones y tu amor. Gracias por mostrarme siempre que estás conmigo. Gracias por la vida que me has regalado y todos los regalos que recibo de Ti cada día.
A través de esta oración, Padre amado, quisiera entregarte la semana que comienza. La pongo en tus manos, pues al hacerlo sé que cada experiencia que viva tiene una razón de ser y busca mi crecimiento espiritual. Protégeme de todo lo negativo tangible e intangible. Protege mi hogar y a mi familia. Envía a mi lado a tus ángeles para que me acompañen en todo momento y me guíen hacia Ti, Padre Celestial.
Te pido, Señor, que me des salud física, mental, emocional y espiritual esta semana para así tener la energía necesaria para hacer aquello que Tú quieres que haga. Trae a mi vida personas buenas a quienes yo pueda servir y que deseen servirme por igual, Padre amado. Y te pido que me permitas recibir todo aquello que necesito para vivir digna y tranquilamente.
Que esta semana me permita continuar creciendo y actuando como Tú quieres que lo haga, Dios mío.
Gracias por escucharme, Padre celestial. Sé que lo has hecho y que Tú y tus ángeles estarán conmigo en todo momento. Alabado seas hoy y siempre. Amén.

domingo, 10 de diciembre de 2017

EL PRIMER BESO (Amado Nervo)

Yo ya me despedía.... y palpitante 
cerca mi labio de tus labios rojos, 
"Hasta mañana", susurraste; 
yo te miré a los ojos un instante 
y tú cerraste sin pensar los ojos 
y te di el primer beso: alcé la frente 
iluminado por mi dicha cierta. 

Salí a la calle alborozadamente 
mientras tú te asomabas a la puerta 
mirándome encendida y sonriente. 
Volví la cara en dulce arrobamiento, 
y sin dejarte de mirar siquiera, 
salté a un tranvía en raudo movimiento; 
y me quedé mirándote un momento 
y sonriendo con el alma entera, 
y aún más te sonreí... Y en el tranvía 
a un ansioso, sarcástico y curioso, 
que nos miró a los dos con ironía, 
le dije poniéndome dichoso: 
- "Perdóneme, señor, esta alegría".

jueves, 7 de diciembre de 2017

LA ÚLTIMA PRENDA (LEYENDA) (Juan de Dios Peza)

   Diez y ocho años contaba Magdalena,
y era en el mundo por sencilla y pura,
como es entre las zarzas la azucena
un tesoro de gracia y de hermosura;
ojos azules, pálida la frente,
rubios como la espiga sus cabellos;
una expresión angélica, inocente;
su corazón sin ansia de placeres,
y ese gran atractivo en la presencia
que da la juventud a las mujeres.
   Magdalena vivía
al lado de una anciana, que amorosa
la escogió cuando era pequeñuela
y a quien amaba tierna y cariñosa;
¿por qué la recogió? nadie revela
misterio tal en la comedia humana;
pero sepa el lector, que aquella anciana
pasaba ante las gentes por su abuela.
   La anciana como todas
las de su sexo, edad y condiciones,
con su tos y su genio estrafalario,
para ahuyentar las malas tentaciones
acompañada siempre de su nieta
rezaba por las noches el rosario:
usaba agua bendita
vertiéndola doquier gota por gota,
guardaba mil reliquias
y era, en una palabra, tan devota
que a todas las funciones religiosas
llevaba a Magdalena,
que era envidia fatal de las hermosas
por su expresión tan cándida y serena.
   La puerta de la casa de la anciana
solamente se abría
cuando ella con un cesto en la mañana
iba a buscar el pan de cada día.
Entre tanto la joven
en el aseo doméstico quedaba,
y al fin de estas labores
y sin temor alguno
esperaba rezando que la abuela
le viniera a servir el desayuno.
   Por las tardes, tranquila,
llena de candidez y de contento
rezaba la novena, pues entonces
era solo de Dios su pensamiento.
Pasaron varios meses
y en aquella mansión de la inocencia,
nada vino a turbar esas costumbres
ni a interrumpir tampoco su existencia.
   Un día, cuando la tarde declinaba,
Magdalena llorando
salió a buscar un padre porque estaba
su abuela agonizando.
¡Oh! ¡qué amarga aflicción para su pecho!
cuando después del acto religioso,
llena de amor profundo
oyó que con acento tembloroso
la anciana moribunda le decía:
"Ya te voy a dejar sola en el mundo,
no olvides, hija mía,
si tanto me has querido,
que después de mi muerte
me debes cumplir lo que te pido.
Óyeme Magdalena,
eras de tierna edad, de nueve meses,
cuando tu madre, como tú tan bella,
abandonó este suelo;
ahora, si quiere Dios, iré con ella
para vivir unidas en el cielo.
Yo, que tanto la quise,
al ver que se quedaba abandonado
el ser a quien dio vida,
hice que tú vinieras a mi lado
y desde entonces tú eres la querida
de mi alma, no lo dudes;
por mi edad, mi constante impertinencia,
te digo la verdad, siento morirme
por no seguir velando tu existencia;
agradezco tu amor y tu respeto
y como debes saber tu origen
te voy a revelar este secreto:
tu padre vive aún, está casado,
pero nunca lo busques
ni pretendas jamás ir a su lado;
la Santísima Virgen me perdone
el darte tal consejo,
pero hija, la experiencia
es la ciencia mejor de todo viejo.
Nunca, nunca lo busques
porque en medio de mágica fortuna
cuando murió tu madre,
mandó que te llevaran a La Cuna.
La señal que te puso
para reconocerte cualquier día
era una perla atada a la garganta
y es que, a la verdad de gran valía.
¡Llévense a la muchacha! así nos dijo,
yo le ofrecí llevarte,
y esta es la razón, hija del alma,
por que pude a mi lado conservarte.
¡Ay! nunca me descubras, hija mía".
Y la anciana agitada 
con voz que ya por débil se extinguía,
sacando de debajo de la almohada
una perla engastada
sobre una cruz de esmalte primorosa:
"Aquí está la señal, dijo a la nieta,
guárdala cuidadosa".
Esto dijo la anciana
cuando al romperse los vitales lazos
dio el último suspiro de agonía,
y la niña llorando entre sus brazos,
cubierta de mortal melancolía,
besándola impaciente,
humedeció con lágrimas su frente
y adiós, adiós, le dijo madre mía.
Desde esa hora terrible
en que la pobre niña quedó sola,
aumentó su piedad de tal manera
que circundó su frente la aureola
de una confianza en Dios grande y sincera.
No me abandonará, dijo, es muy bueno.
En Él no existe ni maldad ni engaño,
Él velará mi corazón amante.
Esto decía la huérfana y en esto
pasó un mes y otro mes y al fin un año.
Llegó una vez en que la mala suerte
para aumentar su triste desventura,
obligó a Magdalena 
a vivir de sus obras de costura;
después ¡triste es decirlo!
ya ni trabajo la infeliz tenía,
y miraba con hondo desconsuelo
que oscuro el porvenir y sordo el cielo,
una época de horror le aparecía.
En vano temerosa
llamaba a Dios con apiadado acento,
llevando fervorosa
a la mansión de luz su pensamiento,
en nada cambiar pudo
su estado de orfandad, su infausta suerte.
Y ya perdiendo su vigor, su calma,
bramó una tempestad sobre su alma
negra como la noche de la muerte.
Contemplaba llorosa
el interior modesto de su estancia
murmurando: ¡Jesús! me desconsuela
vender estos recuerdos de mi abuela
junto a los cuales se pasó mi infancia.
Pero todo fue inútil;
los muebles se vendieron y hubo día
que la aurora magnífica y serena
alumbró en el hogar de Magdalena,
el único jergón en que dormía.
En medio de tan crueles aflicciones
ella siempre llorando,
herido el corazón por la fortuna,
llena de majestad y de decoro
guardaba ya por único tesoro
la perla con que enviáronla a La Cuna.
Yo no debo vender, clamaba triste,
lo que mi abuela conservó constante,
y que cual prueba de su amor profundo
me dejó con mi historia en ese instante
en que dejaba la infeliz el mundo;
yo no debo vender lo que mi padre
puso como señal sobre mi cuello;
y sacando la perla que miraba,
y apartando del rostro su cabello,
llevándola a sus labios la besaba.
No, no te venderé, luego decía,
tú avivas de mi madre la memoria
y guardas en tu ser la historia mía.
Magdalena llorando
y presa de fatal sonambulismo,
quedóse adormecida y delirando...
Es la miseria ¡oh suerte!
la puerta que conduce hacia el abismo,
la sombra que nos lleva hasta la muerte.

                             II

   Era don Maximiano Rebolleda
hombre de genio adusto y mal talante,
con un gran capital que había logrado,
bajo el disfraz de apuesto caballero,
así cual otros ricos lo han formado
sangrando a los demás: era usurero.
   Su conducta fatal y libertina
ante la sociedad pasaba oculta
porque era para todos tan atento
que ensalzaban su fama de bondades,
con decir que hacía muchas caridades
y que era el protector de tal convento.
   Magdalena que supo en su retiro
que un ser caritativo y con dinero
era el faro del pobre, vio primero
a una mujer amiga de su abuela
para que con el fin de remediarse,
le llevara a D. Máximo una esquela;
en ella hacía presente
que era joven y huérfana así mismo,
y que siendo él tan bueno, no dudaba
la quitara del borde del abismo.
   No sé por qué sospecho, dijo el viejo
con intención avara
cuando miró una carta entre sus manos
puesta con letra diminuta y clara,
que esa joven es bella, no me explico
el extraño poder que me lo dice,
preciso es que la vea;
y lo que vino a confirmar su idea
fue que la vieja que le dio la carta
le dijo: "¡Pobrecita!
Sálvela usted, señor, si usted la viera,
qué muchacha tan buena y tan bonita". 
Él, escuchando atento
lo demás que la vieja le contaba,
"llévese una onza, dijo, y al momento
cual condición precisa, diga dónde
tiene quien me la pide su aposento".
La vieja, mirando el oro, se lo dijo,
y D. Máximo luego vio la carta
teniendo en ella el pensamiento fijo.
   
   Muchos meses pasaron,
y Magdalena siempre se valía
del usurero, sin notar incauta
que su deuda crecía
y que el viejo buscándola doquiera
diariamente los pagos exigía.
   Una tarde, D. Máximo halló sola,
y esta era la ocasión que más buscaba,
a la joven sin padres ni ventura,
y, "ha llegado la vez, dijo el avaro,
de aprovechar su edad y su hermosura".
Acercóse atrevido e insultante,
"ya no puedo esperar, diciendo altivo,
quiero que se me pague en este instante".
Al oírlo, temblando Magdalena
y fijando en el rostro del avaro
su mirada serena,
le respondió: "Señor, que mi conducta
pueda borrar vuestra sospecha vana,
solo guardo una prenda de valía,
mas concededme un plazo, dadme un día,
y si la deuda en él no se subsana,
aunque se lleve la existencia mía
os la habré de entregar la otra mañana".
El avaro sonrió como el que triunfa
en la empresa que tanto ha imaginado,
"no me puede pagar", dijo, "¡imposible!"
y siglos pareciéndole las horas
esperó que pasaran dos auroras
para saciar su aspiración horrible.

La segunda mañana
apareció radiante de hermosura,
el sol vivificante
cobijaba en su manto a la natura,
cuando una joven de mortal semblante,
llena de sufrimiento y de amargura,
sintiendo el alma muerta,
llegó a tocar la puerta del avaro,
y el viejo sin tardar abrió la puerta.
"Pasad niña, le dijo, aquí ninguno
podrá mortificar vuestro decoro,
espero que cumpliendo la promesa
me venís a entregar vuestro tesoro,
no me engaño ¿verdad? vais a ser mía".
"¿De vos? ¡jamás! la muerte mejor quiero,
mi honra no he de perderla,
os prometí una joya que venero,
tomadla", y la infeliz soltó la perla
que cayó ante los pies del usurero.
Don Máximo, mirando aquella joya,
sintió perder su bienestar, su calma,
y una historia de horrores
flotó sobre la nube de su alma,
contempló en Magdalena,
llena de candidez y de hermosura,
el fruto de un amor todo miseria,
triste recuerdo de su vida impura.
Sobre la perla de la cruz, veía
que su pasado criminal brillaba
con la luz de un recuerdo
que infundiéndole horror lo atormentaba,
y sin poder callar lo que pasaba
en su interior, cual tempestad horrible,
"¡ay! esta joya la conozco", dijo
con acento angustiado
mostrando su semblante
lívido, sin color, desesperado.
¿Es tuya? preguntóle a Magdalena.
Esta que la veía 
mil recuerdos trayendo a su memoria,
le respondió: "Señor, ella es mi historia";
don Máximo agregó: "¡También la mía!".
En seguida, postrándose de hinojos,
"perdón, perdón, le dijo enternecido,
he descuidado, torpe, tu existencia,
mientras que tú sufriendo en el olvido
velabas por la luz de tu inocencia.
Perdón porque atrevido
iba a arrojarte por el cieno inmundo;
yo soy el que olvidando mis deberes
te abandoné cuando viniste al mundo.
Perdóname y no esperes del pasado
tu triste condición, ni que te exija
lo que con torpe fin te fue entregado;
¡imploro tu perdón!... ¡eres mi hija!...
¡he sido un criminal! ¡ven a mi lado!

                                III

Han pasado diez años; hoy se mira,
triste verdad de la existencia humana,
de una campiña en la extensión amena,
dos tumbas, allí duermen
don Máximo y la anciana,
y allí reza en las tardes Magdalena.

 Juan de Dios Peza

miércoles, 6 de diciembre de 2017

CÁNTICO DE DESPEDIDA A LA SANTÍSIMA VIRGEN

Coro

Madre divina,
Madre de amor,
adiós, Señora,
adiós, adiós.

Estrofas

1. Virgen hermosa, aunque me voy,
contigo queda mi corazón.
Contigo quiero siempre vivir,
pensando siempre, Señora, en Ti.

2. Cuando el silbido dulce y falaz
de los placeres me incite al mal
no me abandones, Madre de amor,
conserva puro mi corazón.

3. Y aun cuando ruja la tentación,
turbando el fuego de mi pasión,
si Tú me amparas con tu piedad,
yo te prometo jamás pecar.

4. Tú eres mi Madre, Tú eres mi luz,
Tú eres mi encanto, mi amparo Tú;
bajo tu manto quiero vivir,
y en un abrazo tuyo morir.

NOVENA A LA INMACULADA CONCEPCIÓN

1º ¡Oh Inmaculada Virgen! Tu pureza fue figurada en aquel misterioso zarzal que ardía sin consumirse. Te suplicamos apagues en nosotros el fuego de la concupiscencia, por cuya causa tantas almas se precipitan miserablemente en el infierno.
(Avemaría y Gloria al Padre después de cada invocación).

2º ¡Oh dichosísima María que, cual arca mística, Tú sola fuiste preservada del naufragio en el diluvio universal del mundo! Sálvanos de todos los vicios y pecados que inundan toda la tierra.

3º ¡Oh María, paloma candidísima que con plateadas plumas elevaste el vuelo a las regiones celestiales sin pararte en las inmundicias que cubren la faz de la tierra! Haz que aprendamos de Ti a no entregarnos a los bienes falaces de esta vida.

4º ¡Oh María hermosísima que, permaneciendo siempre cerca de la fuente de la gracia, estuviste siempre cual palma llena de verdor, y diste sabrosos frutos! Haz que para nosotros estén siempre abiertas las fuentes de la divina gracia, a fin de que podamos producir dignos frutos de penitencia.

5º ¡Oh María amabilísima, que fuiste huerto cerrado y paraíso de delicias, donde no entró, ni siquiera por un instante, la insidiosa serpiente! Haz que en nuestros corazones nunca penetre el enemigo de nuestras almas.

6º ¡Oh María, que como resplandeciente aurora, apareciste en el horizonte de esta vida, sin que nieblas ni manchas ofuscaran en nada tu limpia castidad! No permitas que nuestra alma quede sumida en las tinieblas y sombras de la muerte.

7º ¡Oh dulcísima María, que esparciste como riquísima vid al florecer la más exquisita fragancia, rechazando siempre todo alimento impuro! Concédenos que nunca quede nuestro corazón contaminado por el hedor de la impureza.

8º ¡Oh María, azucena del campo, lirio nacido entre espinas, sin que se mancillara con la más leve mancha tu candor! Alcánzanos el don de la pureza que necesitamos para que podamos ver a Dios.

9º ¡Oh María, Virgen amable, a quien Dios siempre amó, hermoso iris de paz, templo augusto consagrado desde el primer momento de tu ser por la real presencia del Espíritu Santo y por la plenitud de sus dones! Obténnos la gracia de vivir de tal manera, que merezcamos ir un día al celestial templo de la gloria.

V) Ruega por nosotros, Virgen Inmaculada.
R) Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo.

Oración 

¡Oh Dios, que por medio de la Concepción Inmaculada de la Virgen preparaste una morada digna para tu Hijo: te suplicamos que, así como por la muerte prevista de tu mismo Hijo la preservaste de toda mancha, así también nos concedas que, por su intercesión, podamos llegar a Ti enteramente purificados. Por el mismo Señor nuestro Jesucristo. Amén.



lunes, 4 de diciembre de 2017

LA COMUNIÓN DE LOS SANTOS

A la Iglesia Católica pertenecemos no solo los fieles que vivimos sobre la tierra (Iglesia militante), sino que también pertenecen las almas del purgatorio (Iglesia purgante) y los bienaventurados del cielo (Iglesia triunfante).
Los santos del cielo, las almas del purgatorio y los cristianos de la tierra están unidos con Jesucristo y entre sí de manera espiritual. Esta unión espiritual se llama Comunión de los santos.
De estar en comunión los miembros de la Iglesia, se favorecen todos ellos, pues todos participan de los mismos bienes espirituales, que son los méritos de Jesucristo, de la Virgen y de los Santos; la Misa, los sacramentos, las oraciones, etc.
Así, los fieles de la tierra participamos de los méritos de los Santos y de su intercesión cerca de Dios, y los cristianos de la tierra pueden ayudar a las almas del purgatorio mediante las oraciones, las buenas obras, el sacrificio de la Misa, etc. Ellas también ruegan por nosotros. Y los fieles de la tierra también participan de las oraciones y sacrificios que ofrecen unos por otros.

CRISTO (Rafael Sánchez Mazas)

Delante de la cruz, los ojos míos
quédenseme, Señor, así mirando,
y sin ellos quererlo estén llorando,
porque pecaron mucho y están fríos.

Y estos labios que dicen mis desvíos
quédenseme, Señor, así cantando,
y sin ellos quererlo estén rezando
porque pecaron mucho y son impíos.

Y así, con la mirada en Vos prendida, 
y así, con la palabra prisionera,
como la carne a vuestra cruz asida,

quédeseme, Señor, el alma entera;
y así clavada en vuestra cruz mi vida,
Señor, así cuando queráis me muera.