La pureza es en ti, Virgen del Gave,
un pie desnudo con la rosa de oro
sobre la nieve de febrero, suave
como un pisar de tórtola.
La pureza es en ti, Virgen del Gave,
un ceñidor azul, que, en gesto de ave,
vuela sobre la nieve de la túnica.
La pureza es en ti, Virgen del Gave,
tu saludo cortés, tus manos juntas,
tu zureo en las rocas.
La pureza es en ti, Virgen del Gave,
un abrirse de brazos, como inmensa
azucena de luz, transfigurada,
que nos dice: "Yo soy la Inmaculada".
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