Un puerco amarrado bajo la sombra de un mango se come los frutos podridos que caen del árbol. Si el puerco pudiera mirar para arriba se daría cuenta de que hay mangos que no están podridos. Lo triste es que solo puede ver el suelo, donde lo único que encuentra son mangos podridos y por eso únicamente se alimenta de ellos.
Así son muchas personas, que solo se fijan en los católicos caídos, en los que se portan mal; no pueden levantar la cabeza para mirar a los que viven su fe auténticamente, por eso todos los días se alimentan de los católicos que se portan mal.
Hay católicos que se portan mal, pero solo son algunos. La Iglesia entera no puede pagar el pecado de una persona que se porta mal, porque cada uno paga por lo que hace. El padre no paga por el hijo, ni el hijo paga por el padre.
¡Cuidado! Que no te pase lo del puerco, aprende a mirar para todos lados.
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