¡Perpetua y Felicidad! Nombres gloriosos y proféticos, que vienen como dos estrellas brillantes de marzo, saliendo sobre nosotros sus rayos de luz y vida.
Movidas por tu amor, vencieron los tormentos y la muerte y superaron la furia del perseguidor. Concédenos, por su intercesión, crecer siempre en ese mismo amor divino.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo y el Espíritu Santo vive y reina en unidad, y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
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