Te suplicamos humildemente, oh San Agustín tres veces bendecido, que te acuerdes de nosotros, pobres pecadores, en este día, cada día, y en la hora de nuestra muerte, para que por tus méritos y oraciones podamos ser liberados de todos los males, tanto del alma como del cuerpo, y del aumento diario en virtudes y buenas obras.
Alcánzanos que conozcamos a nuestro Dios y nos conozcamos a nosotros mismos, para que en su misericordia nos haga amarle más que a todas las cosas de la vida y de la muerte; impártenos, te los suplicamos, alguna parte de ese amor con el que tan ardientemente resplandeces, para que nuestros corazones se enciendan con ese amor divino, partiendo felizmente de este peregrinaje mortal, y merezcamos alabar el corazón amoroso de Jesús por una eternidad interminable. Amén.
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