Verdaderamente santo, verdaderamente bendito nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que robusteció la infancia de sus pequeños Justo y Pastor para que, a pesar de su tierna edad, pudiesen soportar los tormentos del perseguidor, y que en ellos se dignó hablar por el don de la gracia, cuando ambos se estimulaban mutuamente para el martirio, quienes habían de alcanzarlo, no merezcamos vivir con la inocencia de aquellos cuya fiesta celebramos hoy. Por Cristo, Señor y Redentor eterno. Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario