miércoles, 16 de abril de 2025

HUMORADA DE RAMÓN DE CAMPOAMOR (145)


-¡Ámame más!... -la niña le decía.
Pero él: -¡Si es imposible!... -respondía.




 

CANTAR DEL PUEBLO 74 (AUGUSTO FERRÁN)


Cuando se llama a una puerta
y ninguna voz responde,
es señal de que en la casa
son muy ricos o muy pobres.


 

EL LAVATORIO DEL CERDO (FÁBULA DE MIGUEL AGUSTÍN PRÍNCIPE)


En agua de Colonia
bañaba a su marrano doña Antonia, 
con empeño ya tal, que daba en terco;
pero a pesar de afán tan obstinado,
no consiguió jamás verlo aseado,
y el marrano en cuestión fue siempre puerco.

Es luchar contra el sino
con que vienen al mundo ciertas gentes
querer hacerlas pulcras y decentes:
el que nace lechón, muere cochino.



martes, 15 de abril de 2025

LA GARZA REAL


 

MARTES SANTO C


Buenos días. Feliz martes Santo. Hoy la Iglesia nos presenta en el evangelio dos traiciones: la de Judas y la negación de Pedro. Y hoy podemos reflexionar sobre nuestras traiciones a Jesús para poder descubrir que Él es nuestra Roca, a la que si nos agarramos fuerte nunca quedamos defraudados, porque desde pequeños nos ha acompañado y enseñado. Pidamos al Señor que no se quede lejos, que siempre esté cerca para que no caigamos en las tentaciones de la traición. Seamos buenos y confiemos en Dios, nuestra Peña que nos sostiene.



1ª Lectura (Is 49, 1-6): Escuchadme, islas; atended, pueblos lejanos: El Señor me llamó desde el vientre materno, de las entrañas de mi madre, y pronunció mi nombre. Hizo de mi boca una espada afilada, me escondió en la sombra de su mano; me hizo flecha bruñida, me guardó en su aljaba y me dijo: «Tú eres mi siervo, Israel, por medio de ti me glorificaré». Y yo pensaba: «En vano me he cansado, en viento y en nada he gastado mis fuerzas». En realidad el Señor defendía mi causa, mi recompensa la custodiaba Dios. Y ahora dice el Señor, el que me formó desde el vientre como siervo suyo, para que le devolviese a Jacob, para que le reuniera a Israel; he sido glorificado a los ojos de Dios. Y mi Dios era mi fuerza: «Es poco que seas mi siervo para restablecer las tribus de Jacob y traer de vuelta a los supervivientes de Israel. Te hago luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta el confín de la Tierra».


Salmo responsorial: 70

R/. Mi boca contará tu salvación, Señor.

A ti, Señor, me acojo: no quede yo derrotado para siempre; tú que eres justo, líbrame y ponme a salvo, inclina a mí tu oído, y sálvame.

Sé tú mi roca de refugio, el alcázar donde me salve, porque mi peña y mi alcázar eres tú. Dios mío, líbrame de la mano perversa.

Porque tú, Señor, fuiste mi esperanza y mi confianza, Señor, desde mi juventud. En el vientre materno ya me apoyaba en ti, en el seno tú me sostenías.

Mi boca contará tu justicia, y todo el día tu salvación. Dios mío, me instruiste desde mi juventud, y hasta hoy relato tus maravillas.


Versículo antes del Evangelio: ¡Salve, Rey nuestro, obediente al Padre!: eres conducido a la crucifixión, como manso cordero al matadero.



Texto del Evangelio (Jn 13, 21-33.36-38): En aquel tiempo, estando Jesús sentado a la mesa con sus discípulos, se turbó en su interior y declaró: «En verdad, en verdad os digo que uno de vosotros me entregará». Los discípulos se miraban unos a otros, sin saber de quién hablaba. Uno de sus discípulos, el que Jesús amaba, estaba a la mesa al lado de Jesús. Simón Pedro le hace una seña y le dice: «Pregúntale de quién está hablando». Él, recostándose sobre el pecho de Jesús, le dice: «Señor, ¿quién es?». Le responde Jesús: «Es aquel a quien dé el bocado que voy a mojar». Y, mojando el bocado, le toma y se lo da a Judas, hijo de Simón Iscariote. Y entonces, tras el bocado, entró en él Satanás. Jesús le dice: «Lo que vas a hacer, hazlo pronto». Pero ninguno de los comensales entendió por qué se lo decía. Como Judas tenía la bolsa, algunos pensaban que Jesús quería decirle: «Compra lo que nos hace falta para la fiesta», o que diera algo a los pobres. En cuanto tomó Judas el bocado, salió. Era de noche.
Cuando salió, dice Jesús: «Ahora ha sido glorificado el Hijo del hombre y Dios ha sido glorificado en Él. Si Dios ha sido glorificado en Él, Dios también le glorificará en sí mismo y le glorificará pronto. Hijos míos, ya poco tiempo voy a estar con vosotros. Vosotros me buscaréis, y, lo mismo que les dije a los judíos, que adonde yo voy, vosotros no podéis venir, os digo también ahora a vosotros». Simón Pedro le dice: «Señor, ¿a dónde vas?». Jesús le respondió: «Adonde yo voy no puedes seguirme ahora; me seguirás más tarde». Pedro le dice: «¿Por qué no puedo seguirte ahora? Yo daré mi vida por ti». Le responde Jesús: «¿Que darás tu vida por mí? En verdad, en verdad te digo: no cantará el gallo antes que tú me hayas negado tres veces».









HUMORADA DE RAMÓN DE CAMPOAMOR (144)


Renuncio a hablar de ti, porque no creo
que podría imitar, aunque quisiera,
a Petrarca y a Herrera,
que cantan el amor sin el deseo.




 

EPIGRAMA DE JERÓNIMO MORÁN (1)


Al escuchar cómo aullaba
el perro de su vecino
dijo un barbero asesino
que a un pobre martirizaba:
"¡Diablo! ¿Si estarán matando
a ese infeliz animal?".
Y el otro dijo: "No tal,
es que lo están afeitando". 



lunes, 14 de abril de 2025

ORACIÓN AL BEATO PEDRO GONZÁLEZ TELMO PARA PEDIR UN BUEN PARTO

Querido san Telmo, ahora estoy a punto de parir, de traer al mundo una nueva criatura de Dios, de traer a esta vida a mi hijo, y así como de nuestra Madre María nació el Niño Jesús, así cada hijo que viene al mundo reflejará su gloria.

En estos momentos de miedo y sufrimiento invoco tu sagrada protección y ayuda. Protégenos a los dos del dolor, Telmo amado, cuida de que mi hijo y yo no encontremos dificultades, su llegada sea suave, pacífica, confortable, fuente de alegría y no de llantos.

Te pido que mi hijo se sienta, desde el primer momento, bien acogido, amado, querido y protegido.

Y cuéntale al Señor que un cristiano va a nacer, para que derrame sus bendiciones en él.

Bendito seas.

Amén.

ORACIÓN A SANTA LIDUVINA (2)


 

LUNES SANTO C


Buenos días. Lunes santo. Hemos comenzado la semana que nos lleva a la muerte y resurrección de Jesucristo. Hoy las lecturas nos ayudan a entender mejor por qué Jesús es el Mesías que ha venido a implantar la justicia de Dios, pero con la verdad, el amor y la esperanza, mirando al más necesitado de convertirse; pero los judíos, a pesar de ver los signos (ha devuelto la vida a Lázaro), prefieren ver en Jesús un agitador que va a crear problemas y que hay que quitarlo de en medio, a Él y a Lázaro. 
Pidamos hoy tener un corazón abierto a la acción y la voluntad de Dios y no rechazar aquello que no comprendemos (como Judas), antes bien esperemos para poder hacer el bien que Dios nos pide. Seamos buenos y confiemos en Dios, que es nuestra luz y salvación. 



1ª Lectura (Is 42, 1-7): Así dice el Señor: «Mirad a mi siervo, a quien sostengo; mi elegido, en quien me complazco. He puesto mi espíritu sobre él, manifestará la justicia a las naciones. No gritará, no clamará, no voceará por las calles. La caña cascada no la quebrará, la mecha vacilante no la apagará. Manifestará la justicia con verdad. No vacilará ni se quebrará, hasta implantar la justicia en el país. En su ley esperan las islas». Esto dice el Señor, Dios, que crea y despliega los cielos, consolidó la tierra con su vegetación, da el respiro al pueblo que la habita y el aliento a quienes caminan por ella: «Yo, el Señor, te he llamado en mi justicia, te cogí de la mano, te formé e hice de ti alianza de un pueblo y luz de las naciones, para que abras los ojos de los ciegos, saques a los cautivos de la cárcel, de la prisión a los que habitan en tinieblas».


Salmo responsorial: 26

R/. El Señor es mi luz y mi salvación.

El Señor es la defensa de mí vida, ¿quién me hará temblar?

Cuando me asaltan los malvados para devorar mi carne, ellos, enemigos y adversarios, tropiezan y caen.

Si un ejército acampa contra mí, mi corazón no tiembla; si me declaran la guerra, me siento tranquilo.

Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida. Espera en el Señor, sé valiente, ten ánimo, espera en el Señor.


Versículo antes del Evangelio: ¡Salve, Rey nuestro! Sólo tú eres el que se compadece de nuestros errores.



Texto del Evangelio (Jn 12, 1-11): Seis días antes de la Pascua, Jesús se fue a Betania, donde estaba Lázaro, a quien Jesús había resucitado de entre los muertos. Le dieron allí una cena. Marta servía y Lázaro era uno de los que estaban con Él a la mesa.
Entonces María, tomando una libra de perfume de nardo puro, muy caro, ungió los pies de Jesús y los secó con sus cabellos. Y la casa se llenó del olor del perfume. Dice Judas Iscariote, uno de los discípulos, el que lo había de entregar: «¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios y se ha dado a los pobres?». Pero no decía esto porque le preocuparan los pobres, sino porque era ladrón, y como tenía la bolsa, se llevaba lo que echaban en ella. Jesús dijo: «Déjala, que lo guarde para el día de mi sepultura. Porque pobres siempre tendréis con vosotros; pero a mí no siempre me tendréis».
Gran número de judíos supieron que Jesús estaba allí y fueron, no sólo por Jesús, sino también por ver a Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos. Los sumos sacerdotes decidieron dar muerte también a Lázaro, porque a causa de él muchos judíos se les iban y creían en Jesús.









HUMORADA DE RAMÓN DE CAMPOAMOR (143)


A pesar de lo mucho que te quiero,
no me mato por ti, pero me muero.


 

EPIGRAMA DE RICARDO PUENTE Y BRAÑAS


Fue a los toros don José,
marido de Salomé,
y ¡cuál sería su traza,
que al verle un diestro en la plaza
le mató de un volapié!






domingo, 13 de abril de 2025

VIDA Y ORACIÓN A SANTA MARGARITA DE CITTA DE CASTELLO, PATRONA DE LOS NIÑOS CON DISCAPACIDADES

 

Margarita nació en Metola (Italia) alrededor del año 1287. Nació ciega, con una deformación en la columna vertebral, una pierna más corta que la otra y sufría de enanismo. Sus padres, avergonzados de ella, la mantenian encerrada en una habitación de su propia casa. Su madre sugirió que la llevaran a una iglesia donde se decía que ocurrían milagros. En 1303 sus padres la llevaron a un santuario en la iglesia franciscana de Castello, pero al no ver un milagro, la dejaron allí abandonada. Las familias pobres del pueblo la cuidaron. Para agradecer los cuidados que le suministraban, ella comenzó una escuela para enseñar y cuidar a los niños de los trabajadores.
En 1303 conoció a unos religiosos dominicos y comenzó a recibir consejo espiritual de ellos. Tiempo mas tarde se unió a la Tercera Orden de Santo Domingo.
Cuando murió, el 12 de abril de 1320, la gente del pueblo demandó que fuera enterrada en la iglesia, pero el sacerdote se negó. Después de la curación milagrosa de una joven durante el funeral de Margarita, el sacerdote permitió que fuera enterrada en su parroquia.

ORACIÓN

Santa Margarita, fue tu sufrimiento el que te hizo descubrir el significado redentor de la fragilidad de la naturaleza humana. Haz que obtenga la gracia de reconocer mi debilidad y de comprender cuan grande es mi necesidad de Dios, y que me abandone completamente a su amorosa Providencia. Confío a tu intercesión y oración la gracia que te pido.

(intención)

Oh Dios, que has iluminado con tu luz el corazón de santa Margarita y la has acogido en tu abrazo paterno, te rogamos que seas nuestra luz para que no nos perdamos en las tinieblas del mundo y lleguemos a Ti, donde la luz brilla eternamente. Con Cristo Jesús, nuestro Señor. Amén.
Te rogamos, Señor, que glorifiques a la humilde santa Margarita y nos concedas lo que te pedimos para tu honor y gloria y la salvación de nuestras almas.

  • Padre Nuestro
  • Ave María
  • Gloria


¡Santa Margarita, ruega por nosotros!

ORACIÓN A SAN HERMENEGILDO, PATRÓN DE ALQUIFE (GRANADA)

 



ORACIÓN A SANTA MARGARITA DE CITTA DI CASTELLO


Santa Margarita, quien ciega de nacimiento, con deformaciones físicas, abandonada en la calle por sus padres, nos demostró que todas las personas con discapacidades tienen dones para compartir y nos enseño a agradecer lo que tenemos y perdonar con amor. Santa Margarita nos muestra con sus obras la luz del amor de Dios.        
Santa Margarita Ruega por nosotros.


Oración a  Santa Margarita de Citta di Castello  

Santa Margarita, que en la oscuridad de tu ceguera encontraste la verdadera luz; en tu deformidad física mostraste la belleza del amor y la alegría; y de ser rechazada te convertiste en un apoyo para las personas marginadas sin ceder al resentimiento: obtén para nosotros libertad de todos los apegos terrenales y de la indiferencia, para que podamos enriquecernos en fe y amor.
 
Te rogamos por todos los que sufren algún dolor en su cuerpo por la discapacidad, para que, con tu ejemplo, tu ayuda y también con nuestro apoyo, pueden descubrir las muchas habilidades que se derivan de su caridad.
 
Tú, quien recibiste a la Sagrada Familia en tu corazón, haz que nuestras familias acojan la vida y estén atentos a los que están solos.

Santa Margarita, enséñanos a amar. Amén.

DOMINGO DE RAMOS C


Buenos días. Feliz domingo de Ramos. Hoy las lecturas nos muestran el comienzo de Jesús al llegar a Jerusalén. Aclamado como el Mesías, los judíos lo llaman el Bendito porque viene de Dios. Y es cierto, pero la euforia se transformará en abandono y decepción porque los judíos quieren otro Mesías que los libere de la ocupación romana. Aunque Jesús, fijos los ojos en el Padre, continúa su misión: será el auténtico Cordero que con su Sangre quita los pecados del mundo: “Para esto he venido al mundo”. Pidamos hoy a Dios acoger el misterio de Cristo, el Mesías, y que esta semana Santa nos prepare a morir con Él para llegar con Él a la Resurrección. Seamos buenos y confiemos en Dios, que perdona todos nuestros pecados.



1ª Lectura (Is 50, 4-7): El Señor Dios me ha dado una lengua de discípulo; para saber decir al abatido una palabra de aliento. Cada mañana me espabila el oído, para que escuche como los discípulos. El Señor Dios me abrió el oído; yo no resistí ni me eché atrás. Ofrecí la espalda a los que me golpeaban, las mejillas a los que mesaban mi barba; no escondí el rostro ante ultrajes ni salivazos. El Señor me ayuda, por eso no sentía los ultrajes; por eso endurecí el rostro como pedernal, sabiendo que no quedaría defraudado.


Salmo responsorial: 21

R/. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?

Al verme, se burlan de mí, hacen visajes, menean la cabeza: «Acudió al Señor, que lo ponga a salvo; que lo libre si tanto lo quiere».

Me acorrala una jauría de mastines, me cerca una banda de malhechores; me taladran las manos y los pies, puedo contar mis huesos.

Se reparten mi ropa, echan a suertes mi túnica. Pero tú, Señor, no te quedes lejos; fuerza mía, ven corriendo a ayudarme.

Contaré tu fama a mis hermanos, en medio de la asamblea te alabaré. «Los que teméis al Señor, alabadlo; linaje de Jacob, glorificadlo; temedlo, linaje de Israel».


2ª Lectura (Flp 2,6-11): Cristo Jesús, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios; al contrario, se despojó de sí mismo tomando la condición de esclavo, hecho semejante a los hombres. Y así, reconocido como hombre por su presencia, se humilló a sí mismo, hecho obediente hasta la muerte, y una muerte de cruz.

Por eso Dios lo exaltó sobre todo y le concedió el Nombre-sobre-todo-nombre; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.


Versículo antes del Evangelio (Flp 2, 8-9): Cristo se humilló por nosotros y por obediencia aceptó incluso la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo exaltó sobre todas las cosas y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre.



Texto del Evangelio (Lc 22, 14-23,56): Llegada la hora, se sentó Jesús con sus discípulos, y les dijo: «He deseado enormemente comer esta comida pascual con vosotros antes de padecer, porque os digo que ya no la volveré a comer hasta que se cumpla en el Reino de Dios». Y tomando una copa, dio gracias y dijo: «Tomad esto, repartidlo entre vosotros; porque os digo que no beberé desde ahora del fruto de la vid hasta que venga el Reino de Dios».

Y tomando pan, dio gracias; lo partió y se lo dio diciendo: «Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros; haced esto en memoria mía». Después de cenar, hizo lo mismo con la copa diciendo: «Esta copa es la Nueva Alianza sellada con mi sangre, que se derrama por vosotros. Pero mirad: la mano del que me entrega está con la mía en la mesa. Porque el Hijo del Hombre se va según lo establecido; pero ¡ay de ése que lo entrega!».

Ellos empezaron a preguntarse unos a otros quién de ellos podía ser el que iba a hacer eso. Los discípulos se pusieron a disputar sobre quién de ellos debía ser tenido como el primero. Jesús les dijo: «Los reyes de los gentiles los dominan y los que ejercen la autoridad se hacen llamar bienhechores. Vosotros no hagáis así, sino que el primero entre vosotros pórtese como el menor, y el que gobierne, como el que sirve. Porque, ¿quién es más, el que está en la mesa o el que sirve?, ¿verdad que el que está en la mesa? Pues yo estoy en medio de vosotros como el que sirve. Vosotros sois los que habéis perseverado conmigo en mis pruebas, y yo os transmito el Reino como me lo transmitió mi Padre a mí: comeréis y beberéis a mi mesa en mi Reino, y os sentaréis en tronos para regir a las doce tribus de Israel».

Y añadió: «Simón, Simón, mira que Satanás os ha reclamado para cribaros como trigo. Pero yo he pedido por ti para que tu fe no se apague. Y tú, cuando te recobres, da firmeza a tus hermanos». Él le contestó: «Señor, contigo estoy dispuesto a ir incluso a, la cárcel y a la muerte». Jesús le replicó: «Te digo, Pedro, que no cantará hoy el gallo antes que tres veces hayas negado conocerme».

Y dijo a todos: «Cuando os envié sin bolsa ni alforja, ni sandalias, ¿os faltó algo?». Contestaron: «Nada». Él añadió: «Pero ahora, el que tenga bolsa que la coja, y lo mismo la alforja; y el que no tiene espada que venda su manto y compre una. Porque os aseguro que tiene que cumplirse en mí lo que está escrito: ‘Fue contado con los malhechores’. Lo que se refiere a mí toca a su fin». Ellos dijeron: «Señor, aquí hay dos espadas». Él les contestó: «Basta».

Y salió Jesús como de costumbre al monte de los Olivos, y lo siguieron los discípulos. Al llegar al sitio, les dijo: «Orad, para no caer en la tentación». Él se arrancó de ellos, alejándose como a un tiro de piedra y arrodillado, oraba diciendo: «Padre, si quieres, aparta de mí ese cáliz. Pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya». Y se le apareció un ángel del cielo que lo animaba. En medio de su angustia oraba con más insistencia. Y le bajaba el sudor a goterones, como de sangre, hasta el suelo. Y, levantándose de la oración, fue hacia sus discípulos, los encontró dormidos por la pena, y les dijo: «¿Por qué dormís? Levantaos y orad, para no caer en la tentación».

Todavía estaba hablando, cuando aparece gente: y los guiaba el llamado Judas, uno de los Doce. Y se acercó a besar a Jesús. Jesús le dijo: «Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del Hombre?». Al darse cuenta los que estaban con él de lo que iba a pasar, dijeron: «Señor, ¿herimos con la espada?». Y uno de ellos hirió al criado del Sumo Sacerdote, y le cortó la oreja derecha. Jesús intervino diciendo: «Dejadlo, basta». Y, tocándole la oreja, lo curó. Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los oficiales del templo, y a los ancianos que habían venido contra Él: «¿Habéis salido con espadas y palos a la caza de un bandido? A diario estaba en el templo con vosotros, y no me echasteis mano. Pero ésta es vuestra hora: la del poder de las tinieblas».

Ellos lo prendieron, se lo llevaron y lo hicieron entrar en casa del sumo sacerdote. Pedro lo seguía desde lejos. Ellos encendieron fuego en medio del patio, se sentaron alrededor y Pedro se sentó entre ellos. Al verlo una criada sentado junto a la lumbre, se le quedó mirando y le dijo: «También éste estaba con Él». Pero él lo negó diciendo: «No lo conozco, mujer». Poco después lo vio otro y le dijo: «Tú también eres uno de ellos». Pedro replicó: «Hombre, no lo soy». Pasada cosa de una hora, otro insistía: «Sin duda, también éste estaba con Él, porque es galileo». Pedro contestó: «Hombre, no sé de qué hablas». Y estaba todavía hablando cuando cantó un gallo. El Señor, volviéndose, le echó una mirada a Pedro, y Pedro se acordó de la palabra que el Señor le había dicho: «Antes de que cante hoy el gallo, me negarás tres veces». Y, saliendo afuera, lloró amargamente.

Y los hombres que sujetaban a Jesús se burlaban de Él dándole golpes. Y, tapándole la cara, le preguntaban: «Haz de profeta: ¿quién te ha pegado?». Y proferían contra Él otros muchos insultos.

Cuando se hizo de día, se reunió el senado del pueblo, o sea, sumos sacerdotes y letrados, y, haciéndole comparecer ante su Sanedrín, le dijeron: «Si tú eres el Mesías, dínoslo». Él les contestó: «Si os lo digo, no lo vais a creer; y si os pregunto no me vais a responder. Desde ahora el Hijo del Hombre estará sentado a la derecha de Dios todopoderoso». Dijeron todos: «Entonces, ¿tú eres el Hijo de Dios?». Él les contestó: «Vosotros lo decís, yo lo soy». Ellos dijeron: «¿Qué necesidad tenemos ya de testimonios? Nosotros mismos lo hemos oído de su boca».

El senado del pueblo o sea, sumos sacerdotes y letrados, se levantaron y llevaron a Jesús a presencia de Pilato. Y se pusieron a acusarlo diciendo: «Hemos comprobado que éste anda amotinando a nuestra nación, y oponiéndose a que se paguen tributos al César, y diciendo que Él es el Mesías rey». Pilato preguntó a Jesús: «¿Eres tú el rey de los judíos?». Él le contestó: «Tú lo dices». Pilato dijo a los sumos sacerdotes y a la turba: «No encuentro ninguna culpa en este hombre». Ellos insistían con más fuerza diciendo: «Solivianta al pueblo enseñando por toda Judea, desde Galilea hasta aquí». Pilato, al oírlo, preguntó si era galileo; y al enterarse que era de la jurisdicción de Herodes se lo remitió. Herodes estaba precisamente en Jerusalén por aquellos días.

Herodes, al ver a Jesús, se puso muy contento; pues hacía bastante tiempo que quería verlo, porque oía hablar de Él y esperaba verlo hacer algún milagro. Le hizo un interrogatorio bastante largo; pero Él no le contestó ni palabra. Estaban allí los sumos sacerdotes y los letrados acusándolo con ahínco. Herodes, con su escolta, lo trató con desprecio y se burló de Él; y, poniéndole una vestidura blanca, se lo remitió a Pilato. Aquel mismo día se hicieron amigos Herodes y Pilato, porque antes se llevaban muy mal.

Pilato, convocando a los sumos sacerdotes, a las autoridades y al pueblo, les dijo: «Me habéis traído a este hombre, alegando que alborota al pueblo; y resulta que yo le he interrogado delante de vosotros, y no he encontrado en este hombre ninguna de las culpas que le imputáis; ni Herodes tampoco, porque nos lo ha remitido: ya veis que nada digno de muerte se le ha probado. Así que le daré un escarmiento y lo soltaré». Por la fiesta tenía que soltarles a uno. Ellos vociferaron en masa diciendo: «¡Fuera ése! Suéltanos a Barrabás». A éste lo habían metido en la cárcel por una revuelta acaecida en la ciudad y un homicidio. Pilato volvió a dirigirles la palabra con intención de soltar a Jesús. Pero ellos seguían gritando: «¡Crucifícalo, crucifícalo!». Él les dijo por tercera vez: «Pues, ¿qué mal ha hecho éste? No he encontrado en Él ningún delito que merezca la muerte. Así es que le daré un escarmiento y lo soltaré». Ellos se le echaban encima pidiendo a gritos que lo crucificara; e iba creciendo el griterío. Pilato decidió que se cumpliera su petición: soltó al que le pedían (al que había metido en la cárcel por revuelta y homicidio), y a Jesús se lo entregó a su arbitrio.

Mientras lo conducían, echaron mano de un cierto Simón de Cirene, qué volvía del campo, y le cargaron la cruz para que la llevase detrás de Jesús. Lo seguía un gran gentío del pueblo, y de mujeres que se daban golpes y lanzaban lamentos por Él. Jesús se volvió hacia ellas y les dijo: «Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad por vosotras y por vuestros hijos, porque mirad que llegará el día en que dirán: ‘Dichosas las estériles y los vientres que no han dado a luz y los pechos que no han criado’. Entonces empezarán a decirles a los montes: ‘Desplomaos sobre nosotros’, y a las colinas: ‘Sepultadnos’; porque si así tratan al leño verde, ¿qué pasará con el seco?».

Conducían también a otros dos malhechores para ajusticiarlos con Él. Y cuando llegaron al lugar llamado "La Calavera", lo crucificaron allí, a Él y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. Jesús decía: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen». Y se repartieron sus ropas, echándolas a suerte. El pueblo estaba mirando. Las autoridades le hacían muecas diciendo: «A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si Él es el Mesías de Dios, el Elegido». Se burlaban de Él también los soldados, ofreciéndole vinagre y diciendo: «Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo». Había encima un letrero en escritura griega, latina y hebrea: «Éste es el rey de los judíos».

Uno de los malhechores crucificados lo insultaba diciendo: «¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros». Pero el otro le increpaba: «¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en el mismo suplicio? Y lo nuestro es justo, porque recibimos el pago de lo que hicimos; en cambio, éste no ha faltado en nada». Y decía: «Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu Reino». Jesús le respondió: «Te lo aseguro: hoy estarás conmigo en el Paraíso».

Era ya eso de mediodía y vinieron las tinieblas sobre toda la región, hasta la media tarde; porque se oscureció el sol. El velo del templo se rasgó por medio. Y Jesús, clamando con voz potente, dijo: «Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu». Y dicho esto, expiró.

El centurión, al ver lo que pasaba, daba gloria a Dios diciendo: «Realmente, este hombre era justo». Toda la muchedumbre que había acudido a este espectáculo, habiendo visto lo que ocurría, se volvían dándose golpes de pecho. Todos sus conocidos se mantenían a distancia, y lo mismo las mujeres que lo habían seguido desde Galilea y que estaban mirando.

Un hombre llamado José, que era senador, hombre bueno y honrado (que no había votado a favor de la decisión y del crimen de ellos), que era natural de Arimatea y que aguardaba el Reino de Dios, acudió a Pilato a pedirle el cuerpo de Jesús. Y, bajándolo, lo envolvió en una sábana y lo colocó en un sepulcro excavado en la roca, donde no habían puesto a nadie todavía. Era el día de la Preparación y rayaba el sábado. Las mujeres que lo habían acompañado desde Galilea fueron detrás a examinar el sepulcro y cómo colocaban su cuerpo. A la vuelta prepararon aromas y ungüentos. Y el sábado guardaron reposo, conforme al mandamiento.








CREDO APOSTÓLICO (1)


 

VIDA Y MARTIRIO DEL BEATO ROLANDO RIVI







 

HUMORADA DE RAMÓN DE CAMPOAMOR (142)


Pronto ha de ser este galán tan tierno,
cual todo esposo, un disidente eterno. 



EPIGRAMA DE VENTURA RUIZ AGUILERA (3)

 


En casa de un general
un periódico que había
ocultó Leonor un día
debajo del delantal.
Preguntó el amo zanguango:
"¿Qué tienes ahí, Leonor?".
Y ella contestó: "Señor,
¿qué he de tener? "El Fandango".



sábado, 12 de abril de 2025

ORACIÓN DE FE


 

SÁBADO V DE CUARESMA C


Buenos días. Esta tarde celebramos ya el domingo de Ramos. Las lecturas van anunciando el futuro de Jesús, que se convertirá en el Cordero que quita el pecado del mundo, porque, como profetiza Caifás: “Conviene que muera uno por el pueblo”. Y así el hijo de David, como leemos en la primera lectura de Ezequiel, reunirá a todo el pueblo en un nuevo reino de Dios, el nuevo pueblo de Dios que tendrá su santuario en medio de ellos; ya no será un santuario de piedra sino de espíritu y sangre. Pidamos hoy a Dios aprender lo que significa el sacrificio hecho por Amor. Seamos buenos y confiemos en Dios, que nos guarda como un Buen Pastor.



1ª Lectura (Ez 37, 21-28): Esto dice el Señor Dios: «Recogeré a los hijos de Israel de entre las naciones adonde han ido, los reuniré de todas partes para llevarlos a su tierra. Los hará una sola nación en mi tierra, en los montes de Israel. Un solo rey reinará sobre todos ellos. Ya no serán dos naciones ni volverán a dividirse en dos reinos. No volverán a contaminarse con sus ídolos, sus acciones detestables y todas sus transgresiones. Los liberaré de los lugares donde habitan y en los cuales pecaron. Los purificaré; ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios. Mi siervo David será su rey, el único pastor de todos ellos. Caminarán según mis preceptos, cumplirán mis prescripciones y las pondrán en práctica. Habitarán en la tierra que yo di a mi siervo Jacob, en la que habitaron sus padres: allí habitarán ellos, sus hijos y los hijos de sus hijos para siempre, y mi siervo David será su príncipe para siempre. Haré con ellos una alianza de paz, una alianza eterna. Los estableceré, los multiplicaré y pondré entre ellos mi santuario para siempre; tendré mi morada junto a ellos, yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. Y reconocerán las naciones que yo soy el Señor que consagra Israel, cuando esté mi santuario en medio de ellos para siempre».


Salmo responsorial: Jer 31

R/. El Señor nos guardará como un pastor a su rebaño.

Escuchad, pueblos, la palabra del Señor, anunciadla a las islas remotas: «El que dispersó a Israel lo reunirá, lo guardará como un pastor a su rebaño.

»Porque el Señor redimió a Jacob, lo rescató de una mano más fuerte». Vendrán con aclamaciones a la altura de Sión, afluirán hacia los bienes del Señor.

Entonces se alegrará la doncella en la danza, gozarán los jóvenes y los viejos; convertiré su tristeza en gozo, los alegraré y aliviaré sus penas.


Versículo antes del Evangelio (Ez 18, 31): Echad lejos de vosotros todas vuestras prevaricaciones, dice el Señor, haceos un corazón nuevo y un espíritu nuevo.



Texto del Evangelio (Jn 11, 45-56): En aquel tiempo, muchos de los judíos que habían venido a casa de María, viendo lo que había hecho, creyeron en Él. Pero algunos de ellos fueron donde los fariseos y les contaron lo que había hecho Jesús. Entonces los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron consejo y decían: «¿Qué hacemos? Porque este hombre realiza muchas señales. Si le dejamos que siga así, todos creerán en Él y vendrán los romanos y destruirán nuestro Lugar Santo y nuestra nación». Pero uno de ellos, Caifás, que era el Sumo Sacerdote de aquel año, les dijo: «Vosotros no sabéis nada, ni caéis en la cuenta que os conviene que muera uno solo por el pueblo y no perezca toda la nación». Esto no lo dijo por su propia cuenta, sino que, como era Sumo Sacerdote aquel año, profetizó que Jesús iba a morir por la nación —y no sólo por la nación, sino también para reunir en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos—. Desde este día, decidieron darle muerte.
Por eso Jesús no andaba ya en público entre los judíos, sino que se retiró de allí a la región cercana al desierto, a una ciudad llamada Efraim, y allí residía con sus discípulos. Estaba cerca la Pascua de los judíos, y muchos del país habían subido a Jerusalén, antes de la Pascua para purificarse. Buscaban a Jesús y se decían unos a otros estando en el Templo: «¿Qué os parece? ¿Que no vendrá a la fiesta?». Los sumos sacerdotes y los fariseos habían dado órdenes de que, si alguno sabía dónde estaba, lo notificara para detenerle.