sábado, 7 de junio de 2025

SÁBADO VII DE PASCUA C


Buenos días. Que tengamos un buen sábado. Esta tarde tendremos la misa de Pentecostés en la que celebraremos la venida del Espíritu Santo. Hoy las lecturas nos invitan a evangelizar sin miedo, sin cansarnos, como Pablo, y nos muestra Jesús en el evangelio que cada uno tiene su propio camino. Cuando Pedro parece molesto porque los sigue Juan, Jesús le contesta de manera diferente: “Y si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué?” Jesús nos indica que cada uno tiene su propia vida y ritmo, todos estamos llamados a vivir en comunidad y a transmitir la misma fe, pero cada uno a su propio ritmo; no presionemos nunca al hermano, sino más bien, seamos auténticos en nuestro Amor a Dios y enseñemos a todos cuánto lo amamos, sin necesidad de compararnos con nadie, porque a todos nos ama Dios de formas que ni imaginamos. Seamos buenos e intentemos dar sincero testimonio de nuestro Amor a Dios, que anime a que muchos quieran conocer a Jesús, Señor justo que ama la justicia.



1ª Lectura (Hch 28, 16-20. 30-31): Cuando llegamos a Roma, le permitieron a Pablo vivir por su cuenta en una casa, con un soldado que lo vigilase. Tres días después, convocó a los judíos principales; cuando se reunieron, les dijo: «Hermanos, estoy aquí preso sin haber hecho nada contra el pueblo ni las tradiciones de nuestros padres; en Jerusalén me entregaron a los romanos. Me interrogaron y querían ponerme en libertad, porque no encontraban nada que mereciera la muerte; pero, como los judíos se oponían, tuve que apelar al César; aunque no es que tenga intención de acusar a mi pueblo. Por este motivo he querido veros y hablar con vosotros; pues por la esperanza de Israel llevo encima estas cadenas».

Vivió allí dos años enteros a su propia costa, recibiendo a todos los que acudían, predicándoles el reino de Dios y enseñando lo que se refiere al Señor Jesucristo con toda libertad, sin estorbos.


Salmo responsorial: 10

R/. Los buenos verán tu rostro, Señor.

El Señor está en su templo santo, el Señor tiene su trono en el cielo; sus ojos están observando, sus pupilas examinan a los hombres.

El Señor examina a inocentes y culpables, y al que ama la violencia Él lo odia. Porque el Señor es justo y ama la justicia: los buenos verán su rostro.


Versículo antes del Evangelio (Jn 16, 7.13): Aleluya. Os enviaré el Espíritu de verdad, dice el Señor; Él os enseñará toda la verdad. Aleluya.




Texto del Evangelio (Jn 21, 20-25): En aquel tiempo, volviéndose Pedro vio que le seguía aquel discípulo a quién Jesús amaba, que además durante la cena se había recostado en su pecho y le había dicho: «Señor, ¿quién es el que te va a entregar?». Viéndole Pedro, dice a Jesús: «Señor, y este, ¿qué?». Jesús le respondió: «Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿qué te importa? Tú, sígueme». Corrió, pues, entre los hermanos la voz de que este discípulo no moriría. Pero Jesús no había dicho a Pedro: «No morirá», sino: «Si quiero que se quede hasta que yo venga».
Este es el discípulo que da testimonio de estas cosas y que las ha escrito, y nosotros sabemos que su testimonio es verdadero. Hay además otras muchas cosas que hizo Jesús. Si se escribieran una por una, pienso que ni todo el mundo bastaría para contener los libros que se escribieran.






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