San Marcelino, a menudo rezaste y meditaste ante el crucifijo, y reflexionaste sobre cómo Jesús dio su vida por nosotros. Tú nos invitas a buscar en la cruz el coraje, la fidelidad y un amos indefectible. Ayúdanos a seguir verdaderamente a Jesús y a aceptar todas las pruebas que se presenten en nuestro camino. Amén.
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