Miradle, siempre en su modesta estancia
Rodeado de niños inocentes,
Con palabras sencillas y elocuentes,
Las nieblas disipar de la ignorancia.
Vedle, con firme y pertinaz constancia,
Iluminar aquellas pobres mentes
Con sus consejos sabios y prudentes,
Amigo inseparable de la infancia.
¡Loor a esa figura venerable
Que, consagrando toda su existencia
A infundir el tesoro inapreciable
De la verdad, la luz y la experiencia,
Muestra al niño la fuente inagotable
De dignidad y honor, virtud y ciencia!
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