Chai Cai vivía en una aldea de montaña de China. A sus 136 años era considerado el hombre más viejo del mundo, por lo que era amado y venerado. Le gustaba contar historias a los niños (los mayores huían), sobre todo la del viejo de la montaña, pero nadie le creía. Ya sólo tenía una ilusión en la vida. Había visto todas las películas de dibujos animados de Walt Disney y quería conocer al ratón Mickey y hacerse una foto con él. Su única hija viva, Li Tae, decidió llevarlo a Tokio, donde había un Parque de Disney. Tenían entrada para un solo día, por lo que nada más entrar se dirigieron a Toontown, donde Mickey tenía su casa y se hacía fotos con los visitantes. La cola era larguísima, pero aguantaron casi cuatro horas. Cuando ya les tocaba empezó a llover, así que se suspendió todo y dieron orden de refugiarse en los restaurantes y tiendas cercanos. La lluvia no cesaba y llegó la hora de cerrar. ¡No podía ser! Un viaje tan largo...para nada. Intentaron por todos los medios hacerse esa foto, pero fue imposible.
- No importa, hija. Otro año vamos a Orlando o a París. Seguro que tendremos más suerte.
- ¡Claro que sí, padre! Juntaremos dinero y dentro de cuatro o cinco años te harás esa foto tan deseada.
Pasaron cuatro años y ya tenían el dinero para el nuevo viaje, pero ocurrió algo inesperado: Su hija Li Tae murió unos días antes de cumplir cien años. Le pidió entonces a su nieto Ce Wong que lo llevase a un Parque Disney para hacer realidad su deseo, pero Ce tenía otros planes para el dinero.
- Abuelo, yo te voy a regalar una foto de Mickey, pero el dinero me lo voy a gastar en un todoterreno para mí y mi hijo.
- Pero Ce, con ese dinero no te llega.
- Con ese y con los ahorros que tienes en tu cuarto, que con tus años ya no te van a hacer falta.
- ¡Por favor, no me hagas eso! Quédate con los ahorros si quieres, pero déjame hacer el viaje, aunque sea solo.
- ¡No se hable más! Tú te quedas aquí esperando la barca de Caronte.
Chai Cai quedó abatido por la actitud de su nieto. Sus vecinos se enteraron de lo sucedido y como lo amaban y veneraban convencieron a Ce Wong para que no le quitara el dinero. Pero debido al mal estado físico del anciano nadie quería acompañarlo en tan largo viaje. Posiblemente no lo soportaría y moriría antes de llegar a ningún sitio. Así que tuvieron una idea: Ya que él no podía ir a ver a Mickey, que Mickey viniera a la aldea y se hicieran la foto.
Encargaron un disfraz de Mickey en la ciudad y se lo puso una muchacha de baja estatura. Fueron todos los vecinos con "Mickey" a casa del anciano.
- ¡Venga, Chai Cai, póngase con Mickey, que vamos a hacerle la foto!
Chai Cai se llevó el dedo a la boca y se puso a chupetearlo.
- Tengo 140 años, pero ni chocheo ni me chupo el dedo. Ese no es Mickey de verdad. Os agradezco el esfuerzo, pero Mickey está en el mundo de Disney.
Dejadme que vaya yo solo. Llegaré seguro, tengo que hacerme esa foto.
- Lo siento, Chai Cai -intervino uno de los vecinos-. No podemos dejarle que vaya. Su cuerpo está muy mal. No tendría ninguna posibilidad.
- Pues no pienso morir hasta que me haga esa foto. El viejo Lu Ching me contó el secreto. Sólo necesito que alguien juegue conmigo al ajedrez y a la pocha. Del resto me encargo yo solo.
Hoy, a sus 145 años, Chai Cai está considerado el hombre más viejo del mundo y también el más sabio. Nadie ha conseguido jamás ganarle al ajedrez y a la pocha. Él dice que no morirá hasta que se haga una foto con Mickey. Y nadie quiere que muera. Al menos hasta que no revele los secretos más profundos de la pocha.
El famoso y laureado escritor Ho Tse Lin tuvo la fortuna de poder hacerse una foto con Mickey Mouse. A veces sucede que una tontería para muchos es algo importante para otros.
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