En la ciudad de Cang Zhou vivía un joven llamado Lu Si que, además de vagabundo y pordiosero, era cruel e irascible. Los vecinos tenían el mismo miedo de él que lo de los tigres y de los lobos salvajes.
Un atardecer estaban Lu Si y sus amigos refrescándose con la brisa del verano a la orilla de un río cercano a la ciudad; cuando un rayo anunciaba la lluvia, vieron a una joven refugiándose en un templo antiguo cerca de donde ellos se encontraban.
-Podríamos violarla- dijo Lu Si a sus amigos.
Con la llegada de la noche, poblada de nubes apretadas y oscuras, Lu Si y sus amigos entraron en el templo, amordazaron a la mujer, rasgaron y tiraron sus ropas y, por turnos, la violaron.
Bajo la luz de un relámpago, Lu pudo ver que la víctima tenía un gran parecido con su propia esposa; le preguntó su nombre y resultó que era ella. Furioso, quiso tirarla al río, pero la mujer gritó:
-Tú deseabas violar a una mujer de los demás pero los demás acaban de hacerlo conmigo; es la venganza del cielo, ¿y todavía eres capaz de matarme?
Lu no pudo contestar. Con afán buscó las ropas de su cónyuge pero el viento las había arrojado al torrente, por lo que tuvo que llevarla desnuda hasta su casa.
Escampó, salió la luna, y toda la ciudad disfrutaba al enterarse de los hechos; abochornado, Lu Si se suicidó lanzándose al cauce.
La esposa había salido del pueblo para visitar a sus padres, con la intención de regresar pasado un mes; pero su familia se había quedado sin vivienda a causa de un incendio, por lo que tuvo que volverse, hecho último que su esposo ignoraba.
Después de muerto, Lu Si se apareció en sueños a su viuda y le dijo:
-Fueron muy graves mis pecados. Debería estar en el infierno pero, gracias a que fui buen hijo, logré salir de allí, sólo que reencarnado en una serpiente. Pronto te casarás de nuevo. Trata bien a tu esposo nuevo y a tus suegros . Cuídate de no caer en las pailas hirvientes de eterno fuego, en el infierno donde el castigo para la gente que trate mal a sus padres es extremadamente severo.
El día de la boda, de un rincón de la casa, salió una culebra que miraba a la novia con nostalgia; ella recordó el sueño pero, cuando quiso hablar al animal, la música de la fiesta comenzó y la serpiente se esfumó.
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