Me respondieron las ondas:
"Sus hermosas trenzas blondas,
su nácar y su arrebol,
los formaron en las nubes
grandes artistas querubes
con puros rayos de sol".
Me respondió el manso viento:
"La música de su acento
en las selvas se formó;
y en la luz de su mirada,
blanca estrella enamorada
una lágrima arrojó".
Y dijo el junco del valle:
"Yo di a su flexible talle
el hechizo ondulador".
Y una perla: "Yo a sus dientes
finos, menudos, lucientes,
les brindé forma y color".
Pregunté: ¿Quién a su alma
dio la indestructible calma,
sepulcro de mi ilusión?
Y un alto monte nevado
respondió: "Yo le he formado
el alma y el corazón".
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