Cada vez que te acercas, Nochebuena,
siento en el corazón melancolía,
algo que me revela en sus latidos
penas pasadas y pasadas dichas.
Siento una mano delicada y tierna,
encanto de otros tiempos y otros días,
que en mi cabello juega, y me estremece
de júbilo profundo... ¡Madre mía!
¡Oh, madre de mi alma! En otro tiempo
al calor de tus besos me dormía
en aquellas felices Nochebuenas
que ya no volverán por mi desdicha.
Tu ternura y tu gracia eran mi anhelo.
Gloria, placer, amor, ansia infinita,
¡todo en un beso tuyo lo encontraba,
todo en una expresión de tu sonrisa!
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