Dios mío, no sé lo que va a pasar en este día. Sé, sin embargo, que todo lo que me suceda lo has dispuesto Tú, previsto para mi mayor bien. Me basta saberlo para sosiego y tranquilidad de mi corazón.
Sé que todo estará conforme con tu voluntad. Me entrego totalmente a tu amor paternal, sabiendo que, así como la madre lleva solo el bien al hijo que tiene en brazos, así Tú, y mejor que ella, solo puedes darme lo mejor para mi felicidad, santificación y salvación. Me abandono enteramente a tus santos, impenetrables y eternos designios, y a ellos me someto de todo corazón.
Quiero todo, acepto todo, te ofrezco todo uniéndome al sacrificio de tu querido Hijo Unigénito y mi Salvador. En nombre de Jesucristo, por su Santísimo Corazón y por sus merecimientos infinitos, te pido la paciencia en el sufrimiento y la perfecta conformidad con tu voluntad por todo lo que Tú quieras y permitas.
Amén.
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