Mon doux pays L'Espagne
qui voudrait fuir ton beau ciel,
tes cités, tes plages et tes montagnes,
et ton printemps éternel?
Ton air pur qui nos emporte dans ta beauté,
tes jours rayonnant, aussi beaux que tes nuits,
tes champs qui nous enchantent, où Dieu voudrait vivre
s'il quittait son paradis.
Autrefois pris entre les mains des Maures,
ton souverain, Dieu n'étant jamais loin,
l'Arabie, fuyant,
laissa sur ton front de reine
ta couronne de victoire.
Mi dulce país España
¿quién querría huir de tu hermoso cielo,
tus ciudades, tus playas y tus montañas,
y tu primavera eterna?
Tu aire puro que nos lleva a tu belleza,
tus días radiantes, tan hermosos como tus noches,
tus campos que nos cautivan, donde Dios querría vivir
si dejara su paraíso.
En otra época tomada en manos de los moros,
tu soberano, no estando nunca Dios lejos,
Arabia, huyendo,
dejó en tu frente de reina
tu corona de victoria.
miércoles, 27 de febrero de 2019
ASÍ SERÁ TU ETERNIDAD (Mons. Tihamer Toth)
Como sea tu Misa, así será tu fe.
Como sea tu fe, así será tu moral.
Como sea tu moral, así será tu vida.
Y como haya sido tu vida, así será tu eternidad.
ORACIÓN POR VENEZUELA A LA VIRGEN DE COROMOTO, SU PATRONA
¡Oh Santísima Virgen María de Coromoto, Madre de Misericordia!, confiamos a Venezuela a tu amoroso cuidado. Madre querida, te suplicamos reclames como tuya esta tierra de gracia, para gloria de tu divino Hijo Jesucristo, verdaderamente presente en Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad en el Santísimo y Divinísimo Sacramento del Altar, a quien Venezuela le ha sido consagrada.
Afligidos por los pecados de esta nación, clamamos a Ti desde lo más profundo de nuestro corazón, suplicando tu amparo y protección. Apiádate de los venezolanos, míralos con misericordia y toca sus corazones. Ilumina su entendimiento, ayúdales a comprender cuan valioso es el don de la vida y el ejercicio responsable de la libertad humana. Líbralos de todas las falsedades que los conducen al terrible mal de negar toda vida.
Concede a los habitantes de la nación venezolana la sabiduría, para que reconozcan que Venezuela fue fundada al amparo de la Ley de Dios, y que solo Él es la fuente verdadera de los más preciados derechos: la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad. Oh Madre Misericordiosa, infunde a los venezolanos el valor para rechazar la "cultura de la muerte" y todo camino que niegue a Dios, y muéstrales el camino a la vida. Confiados en tu poderosa intercesión, te suplicamos:
Acuérdate, ¡oh piadosísima Virgen María de Coromoto!, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a tu protección e implorado tu socorro, haya sido desamparado por Ti. Yo pecador, animado con tal confianza, acudo a Ti, ¡oh Madre, Virgen de las Vírgenes!, a Ti vengo, delante de Ti me presento gimiendo. No desprecies, oh Madre del Verbo Encarnado, mis humildes súplicas, antes bien óyelas y despáchalas favorablemente. Amén.
martes, 26 de febrero de 2019
LAS ALMAS BENDITAS DEL PURGATORIO (Claudio de Castro)
A menudo pienso en las almas del purgatorio. Son nuestras hermanas. Su alegría y consuelo es saber que de allí irán al cielo.
Los libros de espiritualidad suelen mencionar el purgatorio:
"Aunque no se nos hubiese transmitido por la Tradición desde Cristo y los Apóstoles, la sola razón nos dice que debe haber un proceso de purificación final que lave hasta la imperfección más pequeña que se interponga entre el alma y Dios".
"Es evidente que nadie sabe cuánto tiempo dura el purgatorio para un alma. Lo cierto es que el alma del purgatorio no puede disminuir o acortar sus sufrimientos. Los que aún vivimos en la tierra sí podemos ayudar implorando la misericordia Divina".
Por eso debemos acordarnos e interceder, pidiendo su encuentro con Dios.
Podemos hacerlo, "está a nuestro alcance", y es tan sencillo... ofreciendo nuestras oraciones, nuestras enfermedades, las pequeñas mortificaciones, las misas en las que participamos con verdadera devoción, ganando indulgencias para ellas.
A muchas santos se les aparecían las almas del purgatorio y les rogaban que intercedieran por ellas. A los días, cuando iban gozosas en su tránsito al Paraíso, pasaban para agradecer esta ayuda maravillosa.
Recuerdo una noche en que entré a un sitio católico en Internet. Allí conversamos sobre muchos temas y decidimos que cada uno contaría una experiencia singular. Esta fue la que más me impresionó, porque fue un gesto desprendido de amor:
"Mi mamá nos enseñó desde pequeños a rezar por las almas benditas del Purgatorio. Por eso, cada vez que puedo lo hago. Así ocurrió durante la Primera Comunión de mi hija. Al momento que el sacerdote elevaba la Hostia Consagrada, le pedí al Señor su gracia por aquella alma que estuviese más necesitada de Su Misericordia. Al terminar la Misa regresamos a casa. Entrando en la sala sentí como una suave brisa y una voz agradable, que al oído me susurró: "gracias".
"Mi mamá nos enseñó desde pequeños a rezar por las almas benditas del Purgatorio. Por eso, cada vez que puedo lo hago. Así ocurrió durante la Primera Comunión de mi hija. Al momento que el sacerdote elevaba la Hostia Consagrada, le pedí al Señor su gracia por aquella alma que estuviese más necesitada de Su Misericordia. Al terminar la Misa regresamos a casa. Entrando en la sala sentí como una suave brisa y una voz agradable, que al oído me susurró: "gracias".
San Josemaría Escrivá nos dejó esta hermosa reflexión:
"Las ánimas benditas del purgatorio... Por caridad, por justicia, y por un egoísmo disculpable, ¡pueden tanto delante de Dios! Tenlas muy en cuenta en tus sacrificios y en tus oraciones. Ojalá cuando las nombres puedas decir: 'Mis buenas amigas, las almas del purgatorio...'".
Esta noche, querido lector, no te acuestes sin acordarte de tus hermanas, las almas benditas del purgatorio.
Esperan con tanta ilusión que reces y pidas por ellas, que pidas mucho, para que Jesús las lleve al Paraíso.
MARÍA, MADRE MÍA, RUEGA POR NUESTRO HOGAR
Haz de nuestro hogar un sitio de tu amor. Que no haya injuria porque Tú nos das comprensión. Que no haya amargura porque Tú nos bendices. Que no haya egoísmo porque Tú nos alientas. Que no haya abandono porque Tú estás con nosotros. Que sepamos marchar hacia Ti en nuestro diario vivir. Que cada mañana amanezca un día más de entrega y sacrificio. Que cada noche nos encuentres junto a Ti, unidos en tu amor hasta que nos admitas en tu casa del cielo. Amén.
TE SALUDO, MARÍA
Te saludo, María, Hija predilecta del Padre Eterno.
Te saludo, María, Madre admirable del Hijo.
Te saludo, María, Esposa fidelísima del Espíritu Santo.
Te saludo, María, mi amada Madre, mi amable Señora, mi poderosa Soberana.
Te saludo, mi gozo, mi gloria, mi corazón y mi alma.
Tú eres toda mía por misericordia, y yo soy todo tuyo por justicia. Pero todavía no lo soy bastante. De nuevo me entrego a Ti todo entero en calidad de eterno esclavo, sin reservar nada ni para mí ni para otros.
CONSAGRACIÓN DEL HOGAR
(Para rezarla una vez al mes)
Santísima Virgen María, que has sido constituida como Auxiliadora de los cristianos, te elijo por Señora y Dueña de esta casa y te pido que te dignes mostrar en ella tu poderoso auxilio, preservándola de la enfermedad, fuego, agua, rayo, terremoto, ladrones, impíos, bombardeos, guerra y de cuantas calamidades Tú conoces. Bendice, protege y guarda a las personas que la habitan, presérvalas de todas las desgracias y concédeles la paz y la gracia de evitar el pecado.
¡Oh María, Auxiliadora de los cristianos, ruega por cuantos viven en este hogar que se te ha consagrado para siempre! Así sea.
(Las casas donde esta oración fue expuesta durante la guerra de Vendée (Francia) fueron preservadas).
viernes, 22 de febrero de 2019
ORACIÓN DE SAN AMBROSIO AL SANTÍSIMO SACRAMENTO
Señor mío Jesucristo, me acerco a tu altar lleno de temor por mis pecados, pero también lleno de confianza porque estoy seguro de tu misericordia.
Tengo conciencia de que mis pecados son muchos y de que no he sabido dominar mi corazón y mi lengua. Por eso, Señor de bondad y de poder, con mis miserias y temores me acerco a Ti, fuente de misericordia y de perdón. Vengo a refugiarme en Ti, que has dado la vida por salvarme, antes de que llegues como juez a pedirme cuentas.
Señor, no me da vergüenza descubrirte a Ti mis llagas. Me dan miedo mis pecados, cuyo número y magnitud solo Tú conoces; pero confío en tu infinita misericordia.
Señor mío Jesucristo, Rey eterno, Dios y hombre verdadero, mírame con amor, pues quisiste hacerte hombre para morir por nosotros. Escúchame, pues espero en Ti. Ten compasión de mis pecados y miserias, Tú que eres fuente inagotable de amor.
Te adoro, Señor, porque diste tu vida en la Cruz y te ofreciste en ella como Redentor por todos los hombres y especialmente por mí.
Adoro, Señor, la Sangre preciosa que brotó de tus heridas y ha purificado al mundo de sus pecados.
Mira, Señor, a este pobre pecador, creado y redimido por Ti. Me arrepiento de mis pecados y propongo corregir sus consecuencias.
Purifícame de todas mis maldades para que pueda recibir menos indignamente tu sagrada comunión. Que tu cuerpo y tu Sangre me ayuden, Señor, a obtener de Ti el perdón de mis pecados y la satisfacción de mis culpas, me libren de mis malos pensamientos, renueven en mí los sentimientos santos, me impulsen a cumplir tu voluntad y me protejan en todo peligro de alma y cuerpo. Amén.
ORACIÓN PARA ALUMBRAR EL ENTENDIMIENTO
Alúmbrame, buen Jesús, con la claridad de tu eterna lumbre, y saca de mi corazón toda niebla. Refrena las muchas vaguedades y quebranta las tentaciones que me hacen fuerza. Pelea fuertemente por mí y vence las malas bestias, que son los deseos halagüeños, para que se haga paz en tu virtud, y la abundancia de tu loor suene en el santo palacio, que es la limpia conciencia. Manda a los vientos y a la tempestad, y di al mar que se sosiegue, y al cierzo que no sople, y será gran bonanza.
Envía tu luz y tu verdad que vengan sobre mí, porque soy tierra vana y vacía hasta que Tú me alumbres. Derrama de arriba tu gracia y riega mi corazón: suminístrame las aguas de la devoción para regar la superficie de la tierra y produzca fruto bueno y perfecto. Levanta el alma cargada del peso de los pecados y ocupa todo mi deseo en cosas celestiales; porque, gustada la suavidad de la felicidad eterna, me descontente todo lo terreno.
Arrebátame y líbrame de toda pasadera consolación de las criaturas, porque ninguna cosa creada basta para consolar y sosegar cumplidamente mi apetito. Júntame a Ti con un nudo de puro amor inseparable, porque Tú solo bastas al que te ama y sin Ti todas las cosas son desgraciadas.
Del libro "Imitación de Cristo" de Tomás de Kempis.
sábado, 16 de febrero de 2019
ORACIÓN PARA ROGAR A DIOS Y BENDECIRLE EN EL TIEMPO DE LA TRIBULACIÓN
Del libro "Imitación de Cristo" de Tomás de Kempis.
Señor, sea tu nombre para siempre bendito, que quisiste que viniese sobre mí esta tentación y tribulación; yo no puedo huirla, mas tengo necesidad de recurrir a Ti para que me favorezcas y me la conviertas en bien. Señor, ahora estoy atribulado y no le va bien a mi corazón; mas estoy muy atormentado de la presente tentación. Oh, Padre muy amado, ¿qué diré? Preso estoy de grandes angustias: sálvame en esta hora. Mas yo soy venido en este trance para que seas Tú glorificado cuando yo fuere muy humillado y librado por Ti.
Procura, Señor, de librarme, que yo, pobre, ¿qué puedo hacer? ¿Adónde iré sin Ti? Dame paciencia, Señor, también esta vez, y ayúdame, Dios mío, y no temeré por más atribulado que esté, Y ahora, entre estas angustias, ¿qué diré ahora, Señor? Que sea hecha tu voluntad. Yo bien he merecido ser atribulado y angustiado; me conviene sufrirlo, y ojalá con paciencia, hasta que pase la tempestad y haya bonanza. Poderosa es tu mano, potentísima para quitar de mí esta tentación y amansar su furor porque del todo no caiga; así como otras muchas veces lo has hecho conmigo, Dios mío, misericordia mía, y cuanto para mí es más dificultoso, tanto es a Ti más fácil esta mudanza de la diestra del muy Alto que es.
jueves, 7 de febrero de 2019
ENSEÑAR CON LA VIDA
Cuentan que, en cierta ocasión, san Francisco de Asís invitó a un fraile joven a que le acompañara a la ciudad para predicar.
Se pusieron en camino y estuvieron un buen rato recorriendo las calles de la ciudad, saludando con cariño a las personas que encontraban. De vez en cuando se detenían para acariciar a un niño, consolar a un anciano, ayudar a una señora que volvía del mercado cargada de bolsas...
Al cabo de un par de horas, Francisco le dijo al compañero que ya era hora de regresar al convento.
- ¿Pero no vinimos a predicar? -preguntó el fraile con extrañeza.
Francisco le respondió con una sonrisa muy dulce:
- Lo hemos estado haciendo desde que salimos. ¿Acaso no viste cómo la gente observaba nuestra alegría y se sentía consolada con nuestros saludos y sonrisas?
Solo es posible enseñar valores si uno lucha y se esfuerza por construirlos en su propia vida. Con frecuencia hablamos de valores, proponemos valores, mostramos valores, reflexionamos valores, pero no los enseñamos porque no los vivimos, porque no nos comprometemos a encarnarlos en nuestro actuar cotidiano.
CUANDO VEO TU GRANDEZA
Dios mío, cuando veo tu grandeza y tu inmenso poder, solo puedo ofrecerte mi vida tal y como es.
Sé que no necesitas nada de mí, pero yo sí necesito todo de Ti, Señor. Aquí está mi corazón, mi vida entera entregada a tus pies.
EN TODAS LAS COSAS BUSQUÉ LA PAZ
Dios mío, en todas las cosas busqué la paz, y no hallé otra cosa que turbación tras turbación.
Quisiste, Señor, por Ti mismo, y al mismo tiempo por nosotros, que nuestro corazón solo en Ti encontrara la paz. Nos hiciste, Señor, para Ti; para Ti formaste nuestro corazón, e inquieto y desventurado será hasta que descanse en Ti.
¡Oh Dulcísimo Corazón de Jesús! ¡Delicia de la Santísima Trinidad! ¡Alegría de los Ángeles y de todos los Santos! ¡Paraíso felicísimo de las almas! ¿Qué busco fuera de Ti, cuando en Ti se halla todo cuanto puedo y debo desear?
En Ti tiene el cielo su regocijo y la tierra su felicidad; y siendo Tú la bienaventuranza de todos, ¿no serás también la mía? Sí, dulcísimo Corazón de Jesús, Tú mi descanso, Tú mi felicidad por perpetuas eternidades.
DIOS Y SALVADOR MÍO
Dios y Salvador mío, me creaste para la bienaventuranza; hasta hoy no he dejado de buscarla, y, sin embargo, ni la poseí ni la encontré.
Mis apetitos gritaban repetidas veces: hela aquí, hela allí. Creí insensato, y ciego con mis desordenados deseos, discurrí por esta parte y por la otra, y en vez de la felicidad soñada, hallé miseria y saboreé la amargura.
¡Miserable de mí, Dios mío, creado para ser en Ti bienaventurado! Trabajé buscando fuera de Ti mi felicidad en las criaturas, y he aquí que me aparté de la felicidad para la que había sido creado, me acarreé la desdicha para la que no había nacido, y perecí en ella.
¡Dios y Salvador mío! Abre mis ojos para que claramente vea tantos errores míos, y haz que, libre de ellos, busque eficacísimamente en Ti la felicidad que me es imposible hallar en las criaturas.
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