Cierta vez, un hombre volviendo del trabajo, encuentra a su mujer cocinando. Habiéndola echado de menos, le da un besito dulce y otro y otro y muchos más.
Muy felices mientras están en la mesa cenando, el móvil de la mujer suena, un mensaje de su amigo que le deseaba buenas noches.
El marido ve el mensaje y se molesta, y sin hablar del asunto con su mujer, va al dormitorio a acostarse sin cenar.
La mujer mira a su marido y piensa: ¡No! ¡Él no tiene razón! ¿Se molesta por un simple mensaje? No voy a ir detrás de él, no es un niño.
La mujer cena y se va a acostar; los dos se duermen enfadados, dándose la espalda aquella noche.
A media noche, la esposa está sudando con mucha fiebre, entonces sin conseguir hablar toca la espalda del esposo y él de espaldas, con un aire de no me molestes, retira la mano de su esposa.
La mujer sin más aire, muere de un ataque al corazón.
Por la mañana, se despierta, prepara sus cosas para ir a trabajar, se da un baño y va a la empresa.
La esposa aún estaba en la cama, entonces el hombre la miró y no le parecía que estuviera muy bien, pero la ignora y piensa: ¡No le voy a dirigir la palabra, hasta que ella lo haga primero!
Entonces se viste, desayuna y se va al trabajo .
Por la tarde el esposo, al regresar a casa, ve en una tienda un hermoso reloj que le encanta, y lo compra para dárselo a su esposa.
Al llegar a casa, el marido estaba feliz, iba a regalar ese reloj a su amada esposa y decirle lo mucho que la amaba, lo enamorado que estaba de ella y la llenaría besos.
Entonces, él abre la puerta y va hasta la cocina, pues estaba listo para sorprender a su amada con una gran cena, pero ve que el desayuno todavía estaba allí; entonces él, triste, piensa: ¡Ella todavía está enfadada conmigo!
El hombre va a la habitación a dejar su maletín, y ve que la esposa aún estaba en la cama acostada en la misma posición.
Asustado, se dirige hacia ella y algo le dice que estaba muerta.
Entonces el esposo llora, llora mucho y un poco más. Grita de desesperación, pues la esposa estaba muerta.
Reflexión :
¡No lleve el orgullo a la habitación! El tiempo es muy corto para peleas. Sepa aprovecharlo.
¡Cuide bien de su pareja! Ame a su mujer o marido, dele muchos mimos y besos diciéndole cuánto le ama o la ama, dele cariño y amor.
Porque el tiempo nunca esperó a nadie. Por encima de todo no sea orgulloso en el amor y resuelvan todo, no se acuesten enfadados.
Dios quiere que cada uno ame al otro como Cristo amó a la iglesia.
Pare y piense: por no querer dejar a un lado el orgullo y resolver las cosas, las consecuencias pueden ser irreversibles. A veces, tenemos que sacrificar por amor y por amar; no hay personas perfectas, existen amores verdaderos dispuestos a sacrificar por ese amor.
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