Texto del Evangelio (Mt 8, 1-4): En aquel tiempo, cuando Jesús bajó del monte, fue siguiéndole una gran muchedumbre. En esto, un leproso se acercó y se postró ante Él, diciendo: «Señor, si quieres puedes limpiarme». Él extendió la mano, le tocó y dijo: «Quiero, queda limpio». Y al instante quedó limpio de su lepra. Y Jesús le dice: «Mira, no se lo digas a nadie, sino vete, muéstrate al sacerdote y presenta la ofrenda que prescribió Moisés, para que les sirva de testimonio».
“Señor, si quieres, puedes” (Mt 8, 1-4)
Señor Jesús, este curso nos hemos sentido ¡tan arropados por Ti! ¡Te hemos tenido tan cerca cada mañana! Gracias porque tu Palabra nos da vida y nos indica el camino a seguir.
Y sí, Señor Jesús, nos ha pasado de todo, a nosotros o a los otros, todos tuyos: hemos hecho frente a las tormentas, a las malas rachas, a la enfermedad, a la despedida de los que amamos, a los miedos, a las incertidumbres, a las caídas, a las tentaciones, a los momentos de desánimo y a las afrentas propias de cada momento. Y en todo hemos sentido que estabas con nosotros porque “Señor, si quieres, puedes” y has querido poder y nosotros hemos querido querer como Tú.
Y por supuesto, Señor Jesús, hemos vivido momentos extraordinarios, de júbilo, de verdadera alegría, de encuentro, de paz, de ver que la siembra da fruto, de reconocer que tu Espíritu obra milagros en y a través nuestro, de fraternidad, de mucha esperanza, de vida, de logros inimaginables, de encuentros irremplazables, de miradas colmadas de luz y de abrazos transformadores. Y en todo hemos sentido que estabas con nosotros porque “Señor, si quieres, puedes” y tú has hecho posible que queramos lo que tú quieres.
Señor Jesús, te pedimos que sigas acompañándonos cada día. Te agradecemos tu fidelidad y tu misericordia. Te invitamos a reparar heridas y a cuidar el corazón viniéndote con nosotros de vacaciones a donde quiera que vayamos. De tu mano, a tu lado, todo es siempre mucho mejor.
Así te lo pido. Así sea.
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