domingo, 4 de octubre de 2020

LOS MOTIVOS DEL LOBO (Rubén Darío)

 El varón que tiene corazón de lis,

alma de querube, lengua celestial,
el mínimo y dulce Francisco de Asís,
está con un rudo y torvo animal,
bestia temerosa, de sangre y de robo,
las fauces de furia, los ojos de mal:
el lobo de Gubbia, el terrible lobo,
rabioso, ha asolado los alrededores;
cruel ha deshecho todos los rebaños;
devoró corderos, devoró pastores,
y son incontables sus muertes y daños.

Fuertes cazadores armados de hierros
fueron destrozados. Los duros colmillos
dieron cuenta de los más bravos perros,
como de cabritos y de corderillos.

Francisco salió:
al lobo buscó
en su madriguera.
Cerca de la cueva encontró a la fiera
enorme, que al verle se lanzó feroz
contra él. Francisco, con su dulce voz,
alzando la mano,
al lobo furioso dijo: ¡Paz, hermano
lobo! El animal
contempló al varón de tosco sayal;
dejó su aire arisco,
cerró las abiertas fauces agresivas,
y dijo: ¡Está bien, hermano Francisco!
¡Cómo! exclamó el santo. ¿Es ley que tú vivas
de horror y de muerte?
¿La sangre que vierte
tu hocico diabólico, el duelo y espanto
que esparces, el llanto
de los campesinos, el grito, el dolor
de tanta criatura de Nuestro Señor,
no han de contener tu encono infernal?
¿Vienes del infierno?
¿Te ha infundido acaso su rencor eterno
Luzbel o Belial?
Y el gran lobo, humilde: ¡Es duro el invierno,
y es horrible el hambre! En el bosque helado
no hallé qué comer; y busqué el ganado,
y en veces comí ganado y pastor.
¿La sangre? Yo vi más de un cazador
sobre su caballo, llevando el azor
al puño; o correr tras el jabalí,
el oso o el ciervo; y a más de uno vi
mancharse de sangre, herir, torturar,
de las roncas trompas al sordo clamor,
a los animales de Nuestro Señor.
Y no era por hambre, que iban a cazar.
Francisco responde: En el hombre existe
mala levadura.
Cuando nace viene con pecado. Es triste.
Mas el alma simple de la bestia es pura.
Tú vas a tener
desde hoy qué comer.
Dejarás en paz
rebaños y gente en este país.
¡Que Dios melifique tu ser montaraz!
Está bien, hermano Francisco de Asís.
Ante el Señor, que todo ata y desata,
en fe de promesa tiéndeme la pata.
El lobo tendió la pata al hermano
de Asís, que a su vez le alargó la mano.
Fueron a la aldea. La gente veía
y lo que miraba casi no creía.
Tras el religioso iba el lobo fiero,
y, baja la testa, quieto le seguía
como un can de casa, o como un cordero.

Francisco llamó la gente a la plaza
y allí predicó.
Y dijo: He aquí una amable caza.
El hermano lobo se viene conmigo;
me juró no ser ya vuestro enemigo,
y no repetir su ataque sangriento.
Vosotros, en cambio, daréis su alimento
a la pobre bestia de Dios. ¡Así sea!,
contestó la gente toda de la aldea.
Y luego, en señal
de contentamiento,
movió testa y cola el buen animal,
y entró con Francisco de Asís al convento.

*

Algún tiempo estuvo el lobo tranquilo
en el santo asilo.
Sus bastas orejas los salmos oían
y los claros ojos se le humedecían.
Aprendió mil gracias y hacía mil juegos
cuando a la cocina iba con los legos.
Y cuando Francisco su oración hacía,
el lobo las pobres sandalias lamía.
Salía a la calle,
iba por el monte, descendía al valle,
entraba en las casas y le daban algo
de comer. Mirábanle como a un manso galgo.
Un día, Francisco se ausentó. Y el lobo
dulce, el lobo manso y bueno, el lobo probo,
desapareció, tornó a la montaña,
y recomenzaron su aullido y su saña.
Otra vez sintióse el temor, la alarma,
entre los vecinos y entre los pastores;
colmaba el espanto los alrededores,
de nada servían el valor y el arma,
pues la bestia fiera
no dio treguas a su furor jamás,
como si tuviera
fuegos de Moloch y de Satanás.

Cuando volvió al pueblo el divino santo,
todos lo buscaron con quejas y llanto,
y con mil querellas dieron testimonio
de lo que sufrían y perdían tanto
por aquel infame lobo del demonio.

Francisco de Asís se puso severo.
Se fue a la montaña
a buscar al falso lobo carnicero.
Y junto a su cueva halló a la alimaña.
En nombre del Padre del sacro universo,
conjúrote -dijo-, ¡oh lobo perverso!,
a que me respondas: ¿Por qué has vuelto al mal?
Contesta. Te escucho.
Como en sorda lucha, habló el animal,
la boca espumosa y el ojo fatal:
Hermano Francisco, no te acerques mucho...
Yo estaba tranquilo allá en el convento;
al pueblo salía,
y si algo me daban estaba contento
y manso comía.
Mas empecé a ver que en todas las casas
estaban la Envidia, la Saña, la Ira,
y en todos los rostros ardían las brasas
de odio, de lujuria, de infamia y mentira.
Hermanos a hermanos hacían la guerra,
perdían los débiles, ganaban los malos,
hembra y macho eran como perro y perra,
y un buen día todos me dieron de palos.
Me vieron humilde, lamía las manos
y los pies. Seguía tus sagradas leyes,
todas las criaturas eran mis hermanos:
los hermanos hombres, los hermanos bueyes,
hermanas estrellas y hermanos gusanos.
Y así, me apalearon y me echaron fuera.
Y su risa fue como un agua hirviente,
y entre mis entrañas revivió la fiera,
y me sentí lobo malo de repente;
mas siempre mejor que esa mala gente.
y recomencé a luchar aquí,
a me defender y a me alimentar.
Como el oso hace, como el jabalí,
que para vivir tienen que matar.
Déjame en el monte, déjame en el risco,
déjame existir en mi libertad,
vete a tu convento, hermano Francisco,
sigue tu camino y tu santidad.

El santo de Asís no le dijo nada.
Le miró con una profunda mirada,
y partió con lágrimas y con desconsuelos,
y habló al Dios eterno con su corazón.
El viento del bosque llevó su oración,
que era: Padre nuestro, que estás en los cielos...


sábado, 3 de octubre de 2020

MI PECADO (José María Zandueta Munárriz)

Toda culpa es error
que oprime el corazón y enfanga el alma.
Perdóname, Señor,
y olvida, por favor,
que esté mi corazón en paz y en calma.

No hay nunca paz segura,
si me alejo de Ti por la pendiente
larga, viscosa, oscura.
El pecado es locura,
que llora el corazón amargamente.

Todo pecado es ruina,
que nos arrastra al fondo del abismo.
No hay otra medicina
que arrancarse la espina
y luchar contra el mal con heroísmo.

Llora mi corazón
por haberte ofendido, Jesús mío.
Imploro tu perdón,
escucha mi oración:
¡Sagrado Corazón, en Vos confío!

AMO, SEÑOR, TUS SENDAS (Luis Felipe Contardo)

 Amo, Señor, tus sendas, y me es suave la carga
(la llevaron tus hombros) que en mis hombros pusiste;
pero a veces encuentro que la jornada es larga,
que el cielo ante mis ojos de tinieblas se viste,

que el agua del camino es amarga..., es amarga,
que se enfría este ardiente corazón que me diste;
y una sombría y honda desolación me embarga,
y siento el alma triste hasta la muerte triste...

El espíritu débil y la carne cobarde,
lo mismo que el cansado labriego, por la tarde,
de la dura fatiga quisiera reposar...

Mas entonces me miras, y se llena de estrellas,
Señor, la oscura noche; y detrás de tus huellas,
con la cruz que llevaste, me es dulce caminar.



ÁNGELES DE LA GLORIA Y DEL SERVICIO

Ángeles de la gloria y del servicio,
que vivís junto a la fuente de la vida,
la santidad de Dios es vuestra estancia
y su divina faz es vuestra dicha.

Ángeles servidores de la paz
en Belén junto al Hijo de María;
ángeles que rendís adoración
en el desierto al vencedor Mesías.

Jóvenes de celestes vestiduras,
para anunciar en Pascua la noticia,
la Iglesia reconoce vuestros pasos
y da gracias al Padre que os envía.

Ángeles invisibles y callados,
vuestra gracia supera fantasía;
sois gozo de la excelsa Trinidad
y ayuda de la Iglesia peregrina.

Honor y majestad a Jesucristo,
cuyo rostro los ángeles ansían;
honor y gratitud al Unigénito,
al que nos dio su honor con su venida.

OS ENVIARÉ A MI ÁNGEL (San Juan María Vianney, Santo Cura de Ars)

Aunque el buen Dios se baste a sí mismo, emplea, para gobernar el mundo, el ministerio de sus ángeles. Si vemos que Dios cuida con tanto esmero nuestra vida, debemos concluir que nuestra alma es algo muy grande y muy valioso, para que emplee para su conservación y santificación a lo más grande de su tribunal. Nos dio a su Hijo para salvarnos; este mismo Hijo nos da a cada uno ángeles que únicamente se ocupan de pedirle para nosotros las gracias y los socorros necesarios para nuestra salvación. ¡Oh, qué poco conoce el hombre lo que es y el fin para el que ha sido creado! Leemos en la Escritura que el Señor decía a su pueblo: Voy a enviaros a mi ángel, con el fin de que os conduzca en todos vuestros pasos.
Debemos invocar a menudo a nuestros ángeles de la guarda, respetarlos y, sobre todo, tratar de imitarlos en todas nuestras acciones. Lo primero que debemos imitar de ellos es la conciencia de que estamos en presencia de Dios. En efecto, si estuviéramos bien advertidos de la presencia de Dios, ¿cómo podríamos hacer el mal? ¡Nuestras virtudes y todas nuestras buenas obras serían mucho más agradables a Dios! Dios le dice a Abrahán: ¿Quieres ser perfecto? Camina en mi presencia.
¿Cómo puede ser que olvidemos tan fácilmente al buen Dios, si lo tenemos siempre delante de nosotros? ¿Por qué no tenemos respeto y reconocimiento hacia nuestros ángeles, que nos acompañan día y noche? "Soy demasiado miserable, diréis, para merecer esto". No solo, hermanos míos, Dios no os pierde de vista un instante, sino que os da un ángel que no deja de guiar vuestros pasos. 

ORACIÓN A SAN FRANCISCO DE BORJA (1)

Admirable san Francisco de Borja, grande en la Tierra, pero mucho mayor en el Cielo por tus admirables virtudes, ejemplo de príncipes y señores, guía de sacerdotes, modelo de religiosos y prelados, celosísimo del bien de las almas, que has merecido del Señor gracia especial para librar de las enfermedades a tus devotos, conservarles el honor, y hacer que recobren la buena fama, para apaciguar discordias, aplacar terremotos, y librar de sus estragos a tantos pueblos, que os invocan por protector y patrono; alcánzame del Señor buen uso de las riquezas, paciencia en las adversidades, desprecio de las pompas y vanidades del mundo, la salud y el bienestar del cuerpo que convenga para mi salvación, y sobre todo imitación perfecta de tus virtudes, para gozar contigo de la presencia de Dios en el Cielo por los siglos de los siglos. Amén.


 

viernes, 2 de octubre de 2020

ORACIÓN A LOS SANTOS ÁNGELES CUSTODIOS

Ángeles Custodios, seres puros y sabios, acudid a mí para ampararme y guiarme. Ángeles guardianes de mi ser y de mi hogar, quiero sentir vuestra presencia divina. Os pido claridad mental y paz espiritual. Os ruego salud para vivir sin sufrimiento y poder servir a Dios en su Plan divino.
Ayudadme a sentir intensamente cada momento de mi vida y reconocerlo como un regalo.
Ángeles Custodios, seres puros y sabios, escuchad mi ruego y acudid a mí. Amén.






ORACIÓN AL SANTO ÁNGEL DE LA GUARDA (San Juan Berchmans)

Ángel Santo, amado de Dios, que después de haberme tomado, por disposición divina, bajo tu bienaventurada guarda, jamás cesas de defenderme, de iluminarme y de dirigirme:
Yo te venero como protector, te amo como custodio; me someto a tu dirección, y me entrego todo a ti, para ser gobernado por ti. Por eso te ruego, y por amor a Jesucristo te suplico, que cuando sea ingrato contigo y obstinadamente sordo a tus inspiraciones, no quieras, a pesar de esto, abandonarme; antes bien, ponme pronto en el camino recto, si me he desviado de él; enséñame, si soy ignorante; levántame, si he caído; sostenme, si estoy en peligro; y condúceme al cielo para poseer en él una felicidad eterna. Amén. 


¡Oh Dios, que en tu providencia amorosa te has dignado enviar para nuestra custodia a tus santos ángeles, concédenos, atento a nuestras súplicas, vernos siempre defendidos por su protección y gozar eternamente de su compañía. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.


CANTEMOS HOY A LOS ÁNGELES CUSTODIOS

Cantemos hoy a los ángeles
custodios, nuestros hermanos,
que velan por los humanos
y van de su bien en pos.
Ven siempre la faz del Padre,
Él los ampara benigno,
y luchan contra el maligno
en las batallas de Dios.

¡Oh espíritus inmortales!,
tenéis por reina a María,
sois su vital letanía,
su enamorada legión.
Por vuestro medio nos llegan
dones y gracias del cielo,
la fe, la luz, el consuelo,
la paz y la inspiración.

Terribles como un ejército
bien ordenado en batalla,
vuestra asistencia no falla
contra la insidia infernal.
Silentes guardas y amigos,
de nuestra noche luceros,
seréis nuestros compañeros
en la patria celestial.

La gloria a Dios que ha creado
ejército tan prolijo:
que adore sumiso al Hijo,
su rey y su plenitud,
y que al Espíritu Santo,
terrenos y celestiales,
le rindan universales
tributos de gratitud.




JUNTO A LA SANTA MADRE, GRAN TERESA (José Luis Martínez González)

Junto a la santa madre, gran Teresa,
apareces, pequeña Teresita,
como la más pequeña carmelita
que en vivir del amor pone su empresa.

Un día descubriste, sin sorpresa,
que lo que más la Iglesia necesita
son corazones que amen gratuita
y filialmente al buen Dios que nos besa.

Si Dios es Amor, por definición,
tú sabías que había que buscarle
por caminos de un niño el corazón.

Como niña, supiste suplicarle
que hiciera del amor tu vocación,
pues toda santidad está en amarle.




HIMNO AL SEÑOR DE LOS MILAGROS (Isabel Rodríguez Larraín)


Señor de los Milagros, a Ti venimos en procesión
tus fieles devotos a implorar tu bendición. (bis)

Faro que guía, da a nuestras almas
la fe, esperanza, la caridad,
tu amor divino nos ilumine,
nos haga dignos de tu bondad.

Con paso firme de buen cristiano
hagamos grande nuestro Perú,
y unidos todos como una fuerza
te suplicamos nos des tu luz.

Señor de los Milagros, a ti venimos en procesión
tus fieles devotos, a implorar tu bendición. (bis)


MEDITACIÓN SANTOS ÁNGELES CUSTODIOS (PADRE DAMIÁN RAMÍREZ LOZANO)

MEDITACIÓN SANTOS ÁNGELES CUSTODIOS 

Música: "Ángeles vuelan" (Juana)

jueves, 1 de octubre de 2020

ORACIÓN POR LAS ALMAS BENDITAS DEL PURGATORIO (7)

Vuelve, oh dulce Jesús, desde tu excelso trono tus ojos de clemencia hacia el seno profundo de la cárcel del Purgatorio. Esposas tuyas son las que están ahí purificándose, están marcadas con el sello de la Santísima Trinidad. Son precio de tu Sangre, son tierno objeto de tu amor, un fuego terrible las acrisola, una privación temporal de la vista de tu hermosura las aflige sobremanera. Suspiran con ansia con el feliz momento en que has de unirse contigo. Que se apresure pues ese instante tan dichoso, que salgan en breve a gozar de su esposo amado, que tu Sangre preciosa las lleve al refrigerio, que tu gran misericordia las conduzca al descanso; que en la perpetua paz brille sobre ellas la eterna luz. así, señor, te lo pedimos por aquella amarga hora en que entregaste tu espíritu en manos de tu eterno Padre. Amén.


ORACIÓN A SANTA TERESITA DEL NIÑO JESÚS (TERESA DE LISIEUX)

Oh bienaventurada Santa Teresita del Niño Jesús, que has prometido hacer caer una lluvia de rosas desde el cielo, dirige a mí tus ojos misericordiosos y escúchame en mis múltiples necesidades. Grande es tu poder porque Dios te ha hecho grande entre los santos del Cielo.
Te suplico, pues, oh mi amable protectora, me alcances de Dios las gracias que te pido, siempre que sea para mayor honra de Dios y salvación de mi alma. Te suplico de un modo especial que me hagas participar de las rosas que nos has prometido, apartando mi corazón de las vanidades y placeres caducos de esta vida, y enseñándome a amar a Jesús y a María con amor verdadero, para que así pueda un día gozar contigo de la eterna bienaventuranza. Amén.


  

ORACIÓN AL DIVINO NIÑO JESÚS (2)


Divino Niño Jesús, Dios de mi corazón y modelo de mi conducta, estate siempre conmigo para separarme del mal y hacerme semejante a Ti, haciendo que crezca en sabiduría y gracia delante de Dios y de los hombres.
¡Oh dulce y pequeño Niño Jesús, yo te amaré siempre con todo mi corazón!
Divino Niño Jesús, bendícenos. Divino Niño Jesús, escúchanos. Divino Niño Jesús, óyenos. Amén.

EL CUENTO DE LA LIBÉLULA (Michel Dufour)

En el fondo de un viejo estanque vivía un grupo de larvas que no comprendían por qué cuando alguna de ellas ascendía por los largos tallos de lirio hasta la superficie del agua, nunca más volvía a descender donde ellas estaban.

Se prometieron una a otra que la próxima de ellas que subiera hasta la superficie, volvería para decirles a las demás lo que le había ocurrido.

Poco después, una de dichas larvas sintió un deseo irresistible de ascender hasta la superficie.
Comenzó a caminar hacia arriba por uno de los finos tallos verticales y cuando finalmente estuvo fuera se puso a descansar sobre una hoja de lirio. Entonces experimentó una transformación magnifica que la convirtió en una hermosa libélula con unas alas bellísimas.

Trató de cumplir su promesa, pero fue en vano.
Volando de un extremo al otro de la charca podía ver a sus amigas sobre el fondo.
Entonces comprendió que incluso si ellas a su vez hubieran podido verla, nunca habrían reconocido en esta criatura radiante a una de sus compañeras.

El hecho de que después de esa transformación que llamamos muerte, no podamos ver a nuestros amigos o familiares, ni comunicarnos con ellos, no significa que hayan dejado de existir… 

VIRGEN, QUE EL SOL MÁS PURA

Virgen, que el sol más pura,
gloria de los mortales, luz del cielo,
en quien la piedad es cual la alteza;
los ojos vuelve al suelo
y mira un miserable en cárcel dura
cercado de tinieblas y tristeza;
y si mayor bajeza
no conoce, ni igual, el juicio humano
que el estado en que estoy por culpa ajena,
con poderosa mano
quiebra, Reina del cielo, esta cadena...
Virgen del sol vestida,
de luces eternales coronada,
que huellas con divinos pies la luna;
envidia emponzoñada,
engaño agudo, lengua fementida,
odio cruel, poder sin ley ninguna
me hacen guerra a una.
Pues contra un tal ejército maldito,
¿cuál pobre y desarmado será parte,
si tu nombre bendito,
María, no se muestra por mi parte?
Virgen, lucero amado,
en mar tempestuosa claro guía,
a cuyo santo rayo calla el viento;
mil olas a porfía
hunden en el abismo un desarmado
leño de vela y remo, que sin tiento
el húmedo elemento
corre; la noche carga, el aire truena;
ya por el cielo va, ya al suelo toca;
gime la rota antena...
¡socorre, antes que embista en dura roca!...


Del libro "Los nombres de Cristo" de Fray Luis de León

ORACIÓN PARA IMITAR AL SANTÍSIMO CORAZÓN DE JESÚS


¡Oh, mi dulce Jesús, fuente de la vida y de la gracia! Anímame, ayúdame a conocer y a imitar tu Corazón, ejemplar de la virtud y modelo de la santidad.
Libra mi corazón de toda ilusión y de todo impedimento, concédeme buscarte con afecto puro y sincero; que me revista de tus sentimientos interiores, de las disposiciones de tu Corazón, para que enteramente me haga semejante a Ti.
Pero ¡ah Señor y mi Jesús! ¡Y cuán diferente es mi corazón del tuyo! ¡Qué poco he trabajado hasta hoy para representar en mi vida la vida de tu Corazón!
¡Y ojalá no hubiera también trabajado para apartar mi corazón de Ti y pervertirlo, oh ceguedad o insensatez de mi alma!
¡Ten misericordia de mí, Jesús y Señor mío! ¡Apiádate de mí según la misericordia infinita de tu Corazón!
¡Cuántos hay que no vivieron tanto tiempo. ni dispusieron de tantos medios, y sin embargo se santificaron, haciéndose discípulos fervorosos de tu Corazón! ¡Y yo no tengo todavía ni el principio de la santidad! ¡Y todavía soy pecador!
Tiempo es ya, Señor, tiempo es ya de que principie la obra de mi santificación, hasta aquí tan descuidada.
A ello me anima, a ello me estimula el poder santificarme todavía, el poder todavía llegar a ser discípulo de tu Corazón, el poder todavía adornarme con esta insignia preciosísima de mi predestinación.
Levántame, Santísimo Jesús; auxíliame, dame valor: he aquí que ya he principiado.

Del libro "De la imitación del Sagrado Corazón de Jesús" del Rdo. P. J. Arnoldo. Madrid, 1881.