¡Oh, mi dulce Jesús, fuente de la vida y de la gracia! Anímame, ayúdame a conocer y a imitar tu Corazón, ejemplar de la virtud y modelo de la santidad.
Libra mi corazón de toda ilusión y de todo impedimento, concédeme buscarte con afecto puro y sincero; que me revista de tus sentimientos interiores, de las disposiciones de tu Corazón, para que enteramente me haga semejante a Ti.
Pero ¡ah Señor y mi Jesús! ¡Y cuán diferente es mi corazón del tuyo! ¡Qué poco he trabajado hasta hoy para representar en mi vida la vida de tu Corazón!
¡Y ojalá no hubiera también trabajado para apartar mi corazón de Ti y pervertirlo, oh ceguedad o insensatez de mi alma!
¡Ten misericordia de mí, Jesús y Señor mío! ¡Apiádate de mí según la misericordia infinita de tu Corazón!
¡Cuántos hay que no vivieron tanto tiempo. ni dispusieron de tantos medios, y sin embargo se santificaron, haciéndose discípulos fervorosos de tu Corazón! ¡Y yo no tengo todavía ni el principio de la santidad! ¡Y todavía soy pecador!
Tiempo es ya, Señor, tiempo es ya de que principie la obra de mi santificación, hasta aquí tan descuidada.
A ello me anima, a ello me estimula el poder santificarme todavía, el poder todavía llegar a ser discípulo de tu Corazón, el poder todavía adornarme con esta insignia preciosísima de mi predestinación.
Levántame, Santísimo Jesús; auxíliame, dame valor: he aquí que ya he principiado.
Del libro "De la imitación del Sagrado Corazón de Jesús" del Rdo. P. J. Arnoldo. Madrid, 1881.
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