Vuelve, oh dulce Jesús, desde tu excelso trono tus ojos de clemencia hacia el seno profundo de la cárcel del Purgatorio. Esposas tuyas son las que están ahí purificándose, están marcadas con el sello de la Santísima Trinidad. Son precio de tu Sangre, son tierno objeto de tu amor, un fuego terrible las acrisola, una privación temporal de la vista de tu hermosura las aflige sobremanera. Suspiran con ansia con el feliz momento en que has de unirse contigo. Que se apresure pues ese instante tan dichoso, que salgan en breve a gozar de su esposo amado, que tu Sangre preciosa las lleve al refrigerio, que tu gran misericordia las conduzca al descanso; que en la perpetua paz brille sobre ellas la eterna luz. así, señor, te lo pedimos por aquella amarga hora en que entregaste tu espíritu en manos de tu eterno Padre. Amén.
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