martes, 1 de agosto de 2017

ACTO DE CONSAGRACIÓN AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

Aprobado por decreto de la Sagrada Congregación de Ritos de 22 de abril de 1875.

¡Oh Jesús, mi Redentor y mi Dios! A pesar del gran amor que tienes a los hombres, por cuya redención has derramado toda tu sangre preciosa, eres sin embargo tan poco correspondido, antes bien tan ofendido y ultrajado, en particular con blasfemias y con la profanación de los días festivos. ¡Ah! ¡Si yo pudiera dar a tu Corazón divino alguna satisfacción! ¡Si yo pudiera reparar tanta ingratitud y falta de reconocimiento que recibes de la mayor parte de esos mismos hombres! Quisiera poderte mostrar cuánto deseo amar a mi vez y honrar este adorable y amorosísimo Corazón en presencia de todo el género humano y acrecentar más tu gloria. Quisiera poder alcanzar la conversión de los pecadores y remover la indiferencia de tantos otros que, aunque tienen la dicha de pertenecer a tu Iglesia, no miran sin embargo por los intereses de tu gloria, ni de la misma Iglesia que es tu Esposa. Quisiera también poder alcanzar que aun aquellos católicos que no dejan de mostrarse tales por sus muchas obras exteriores de caridad, pero que, demasiado tenaces en sus opiniones, rehúsan someterse a las decisiones de la Santa Sede, o abrigan sentimientos que están en desacuerdo con su magisterio, se reconozcan, persuadiéndose de que quien no escucha en todo a la Iglesia, no escucha a Dios que está con ella. Para alcanzar, pues, estos santísimos fines y lograr además el triunfo y la paz estable de tu Esposa inmaculada, el bienestar y prosperidad de tu Vicario acá en la tierra, para ver cumplidas sus santas intenciones, y al propio tiempo para que todo el Clero se santifique más y más y te sea más agradable, y para tantos otros fines también que Tú, Jesús mío, juzgas en un todo conformes con tu divina voluntad, y que aprovechen de cualquier modo a la conversión de los pecadores y santificación de los justos, a fin de que todos consigamos un día la salvación eterna de nuestras almas; y, finalmente, porque creo, oh Jesús mío, hacer una cosa grata a tu Corazón dulcísimo, postrado a tus pies en presencia de María Santísima y de toda la corte celestial, solemnemente protesto que yo por todos los títulos de justicia y de gratitud, pertenezco total y únicamente a Ti, Redentor mío Jesucristo, fuente única de todo mi bien para el alma y para el cuerpo, y asociándome a las intenciones del Sumo Pontífice me consagro a mí mismo y todas mis cosas a este sacratísimo Corazón, a quien solo quiero amar y servir con toda mi alma, con todo mi corazón, con todas mis fuerzas, haciendo mía tu voluntad y uniendo todos mis deseos a los tuyos.
En fin, como público testimonio de esta mi consagración, declaro solemnemente a Ti, oh Dios mío, que quiero en el futuro, a honra del mismo Sagrado Corazón, observar, según las reglas de la Santa Iglesia, las fiestas de precepto, y procurar su observancia en aquellas personas sobre quienes tenga influencia y autoridad.
Al recoger, pues, en tu hermoso Corazón todos estos santos deseos y propósitos, del modo que tu gracia me los inspira, abrigo la confianza de poderle dar una compensación a tantas injurias que recibe de los ingratos hijos de los hombres, y hallar para mi alma y la de todos mis prójimos, mi propia y la común felicidad en esta vida y en la otra. Así sea.

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