En la fangosa laguna
donde un gran cerdo roncaba,
silenciosa reflejaba
su faz de plata la luna.
Y al verla el sucio animal
y juzgando por sí mismo,
creyó al astro en el abismo
de su asqueroso fangal.
Pues como siempre en el suelo
tiene el cerdo la mirada,
no concibe en alto nada
y ve a sus plantas el cielo.
Y con furioso despecho
así apostrofó a la luna:
- ¿Cómo vienes importuna
a dormir entre mi lecho?
¿Y cómo te atreves, di,
a colocarte a mi lado?
¿En tu orgullo inmoderado,
te juzgas igual a mí?
Pero al punto te destrozo,
te castigo y te confundo.
Y el fango negro e inmundo
a hozar empezó del pozo.
Mas cuando de esa porfía,
cansado, se echó a roncar,
la luna volvió a alumbrar
el cieno que lo cubría.
Muestran también de ese modo
viles rencores ocultos
los que al prodigar insultos
a sí mismos se echan lodo.
Sencillamente ...Genial
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