Oh mi querida reina, mi esperanza, oh Madre de Dios, protectora de los huérfanos y de los que se ven perjudicados, la que rescata a los que se pierden y el consuelo de todos los que están en apuros, tú ves mi miseria, mi dolor y mi soledad. Ayúdame en este momento de mi vida, en la que me siento impotente. Dame fuerza.
Madre mía, tú sabes lo que sufro, tú conoces mi dolor, mi desesperación, mi frustración y todo el decaimiento que me ha traído la depresión.
Auxíliame con tu mano generosa. ¿Quién más podría ser mi esperanza, mi protectora y mi intercesora ante Dios? Tú que eres mi madre, mi consuelo y mi ayudante, protégeme y sálvame, lleva el dolor lejos de mí, ahuyenta la tristeza de mi corazón y sácame de este abatimiento.
Ayúdame, oh Madre de Dios, Madre del Verbo Divino.
Amén.
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